Los perros no son contagiosos, ni son mas vectores que un libro o una puerta, es decir, no pueden transmitir el virus. Por eso han podido salir a la calle durante esta crisis sanitaria.
Pero, ¿qué pasará con ellos cuando volvamos a la vida habitual?¿Podemos prepararles psicológicamente para que no se frustren y nos destrocen la casa cuando volvamos a salir?
Al no ser vectores (transmisores de la enfermedad) los perros ni los gatos, durante esta cuarentena se han podido sacar los perros a la calle, lo que ha sido aprovechado por muchos irresponsables como excusa para saltársela y salir 20 veces diarias, o incluso alquilar el perro o otra gente irresponsable. Ahora, cuando la sonrisa se les ha congelado en la boca, al ver morir o enfermar a su propia gente, o quizá ellos mismos, la bromita no tiene gracia. No se han contagiado por el perro, sino por relacionarse con gente creyéndose mas listos que el resto, fuera por sacar al perro o por ir al supermercado ocho veces diarias a por 100 gramos de jamón cada vez.
Gracias al virus, algunas personas han descubierto que el perro no es solo una máquina de hacer caca, pues tiene vida, piensa, siente, nota nuestra ansiedad, nuestro temor, y empatiza con nosotros; pues, aunque no lo comprende, al no ver el enemigo que nos aterra.
Se vuelve mas protector, y a veces mas bronca, con cualquier cosa animal o persona que ve en nuestras salidas a la calle. Incluso algunos, ahora que tienen amplio espacio para poder correr, los vemos como se quedan acurrucados a nuestros pies para reconfortarnos y estar preparados para defendernos de ese enemigo invisible que intuyen, pero no conocen. Todo depende del olor a miedo que desprendamos.
Muchas familias, para paliar el confinamiento, se han buscado un manual de adiestramiento canino básico, por internet, quizá gratuito como el que tiene publicado Rodrigo Trigosso en deperros.org, o bien de pago, de los muchos que hay en Internet. Otras se han suscrito a los podcast de Pat Educadora Canina, Geo Rojas o Mascotas Urbanas; miran los vídeos de Manuel Balibrea, Nacho Sierra, o de cualquier otro-a profesional que tenga publicados vídeos, libros o podcast.
Empezar a hacer algunos «trucos» con su perro, les ha servido para reforzar vínculos, o incluso crearlos cuando no existían, aparte de entretener a los niños y pasar una tarde divertida cuando ya la pantalla del televisor cansa y se dan cuenta que existe vida mas allá de esa pantalla.
Pero el gran problema no es lo que estamos haciendo estos días, si no ¿cómo va a ser todo después de esta crisis?
Lo mas probable es que la vida ya no vuelva a ser normal, habrá personas que empezarán a trabajar desde casa de forma habitual, habrá muchos huecos en las familias, cuando algunas de las personas hayan fallecido por «el bicho”.
No siendo los perros vectores de riesgo, se debería de tener un protocolo de actuación en los hospitales para que pudiesen despedirse de esa persona, especialmente cuando es «su persona», la que siempre le cuida, saca, ama … . Al menos acceder al féretro cerrado, pues todo el mundo sabe la potencia olfativa del perro capaz de detectar y distinguir olores, incluso en tarros cerrados y que puedan darse cuenta que «su persona» , su familia humana está dentro y huele a muerto. Que no volverá..
Cuando su humano-a ha fallecido, el hacer un ritual de despedida con el perro, como aullar a muerto todos juntos, puede ayudar al perro a entender que no ha sido abandonado. Que no es menester que vaya a la puerta de la casa a la hora que esa persona volvía, para esperar su caricia.
También, ese duelo, puede servir, a toda la familia, el tratar de explicar al perro lo que ha pasado, por parte de la familia de la persona finada. No sabemos si el perro entenderá las palabras, pero sin duda, ayudará a los familiares, especialmente a los niños, a afrontar el luto.
Es muy duro para el perro pensar que, de repente, ha sido abandonado, y que nadie le pueda explicar que el abandono no ha sido voluntario, sobre todo cuando la persona que falta es la única con la que convivía.
Ciertamente, hay casos, que, cuando la persona fallece en el hospital, el perro, a kilómetros de distancia, lo percibe, y se pone de repente a aullar a muerto; pero no es lo habitual.
Por eso es importante, en estos días, tener previsto quien se quedará con los perros si nos toca ir al hospital, o, especialmente, si no volvemos.
Pero no todos los casos son igual de trágicos. La mayoría de las personas volverá a casa, e incluso, muchas de ellas, ni siquiera necesitarán ir al hospital.
La vida volverá de nuevo, los niños volverán al colegio, los adultos volverán a trabajar, los mas mayores volverán a los centros de día. Pero… ¿¿¿Y el perro???
Durante un mínimo de un mes, el perro habrá interiorizado un nuevo patrón de conducta.
Decía Maxwell Maltz que los seres humanos pueden interiorizar un patrón de conducta en 21 días seguidos de repetición del mismo. Aunque otros investigadores dicen cifras diferentes.
El patrón en los perros puede interiorizarse en un período similar, mayor o menor.
Pero, en todo caso, habremos pasado tiempo suficiente con ese nuevo hábito de vida para que el perro, que vive al día, vive cada momento, lo haya interiorizado como la nueva forma de vida. Y, cuando creía que le había tocado la lotería perruna, de estar siempre con su manada humana, de repente, ·»el billete era falso».
La decepción entonces puede ser grande. La frustración puede llevarle a conductas destructivas o incluso autodestructivas.
Hemos jugado con el perro, día y noche, en casa y fuera, hasta incluso provocarle stress por ello, tratando más que de entretenerle, de entretenernos nosotros, en esa visión egoista y antropocentrista de la relación de la especie humana con los animales.
El día que todo esto acabe, y volvamos a ir a trabajar, estudiar, etc., el perro ya no se acordará de que esa era su vida habitual antes; pensará que, cuando toda su manada humana se va y le dejan solo, será porque se han olvidado de él, o porque ha hecho algo malo, o porque ya no le quieren, y, por tanto, tratará de llamar su atención en la forma que sabe, por ejemplo, destrozando los objetos de la casa, especialmente los que él crea que son mas queridos por sus humanos, pensando que pueden tener algún tipo de conexión inalámbrica que les lleve ese mensaje de «vuelve, te has olvidado de mí». O ladrando desesperadamente durante horas para indicar a la manada humana que se olvidaron de él.
También puede que se orine fuera de sitio, revuelva la basura o haga cualquier conducta que sabe que no nos gusta, para con ello llamar nuestra atención, aunque sea con un regaño. Pues sea como sea esa interactuación con nosotros cuando llegamos y vemos el estropicio, (salvo que hagamos como si no hubiera hecho nada, y actuáramos como normalmente, sin hacer caso de los daños, limpiando o arreglando cuando él no lo vea), el perro interiorizaría que haciendo destrozos capta nuestra atención, que, al fin y al cabo, es lo que él pretende, es decir, que, si bien bajo el punto de vista humano el que nos rompa las cosas es porque nos odia, realmente, en la mente del perro, es todo lo contrario, es su forma de decir “¡date cuenta que estoy aquí, que te quiero y que quiero que estés conmigo!”.
El perro no se da cuenta que no son ramas de árboles lo que rompe, sinó el jarrón de la abuela. Él solo quiere llamar nuestra atención.
Si queremos evitar eso, hemos de hacerlo desde ahora, de manera preventiva.
Las soluciones tradicionales no sirven para estas circunstancias. Lo habitual, en otras circunstancias, como vacaciones, sería recomendar volver unos días antes, y hacer una adaptación gradual, con salidas de primero una hora, luego dos, luego cuatro , luego cinco y media, seis horas y por último empezar ya al horario habitual.
Pero esa fórmula no sirve en estas circunstancias. La reincorporación a la vida normal será brusca, es mas, debido al largo parón forzoso puede que en muchos sitios tengan que hacer horas extraordinarias para recuperar la producción o limpiar suciedad acumulada, etc. Por lo que, de un día para otro, el perro pasará de estar 24 horas con la “manada humana”, a pasar la mayor parte del día solo, y el paseo interactivo pasará a ser una vuelta desganada a la manzana. Cuando su “manada” de repente desaparezca la mayor parte del día vendrán los problemas.
Por ello es recomendable prevenir esto.
Durante estos días de confinamiento, también para nuestra estabilidad psíquica, debemos de tratar de mantener unos horarios, lo mas parecido al horario habitual.
Si tenemos la opción de teletrabajar, durante ese tiempo deberíamos aislarnos del resto cerrando la puerta, si no, matricularnos en algún curso online, o hacer manualidades, o gimnasia, o cualquier actividad que nos guste. Siempre que no nos ocasione problemas con el vecindario como tocar el bombo o similares.
Los niños y niñas pueden dedicarse a estudiar online o a hacer actividades formativas. Durante ese tiempo tampoco deben interactuar con el perro, al menos todo el tiempo. Es decir, está demostrado que el leerle un cuento a un perro, explicarle las matemáticas o explicarle un tema de historia, estimula al niño para un aprendizaje mas rápido, por lo que lo ideal es que estudien por separado y, al acabar, traten de explicarle al perro lo que han aprendido.
Como el perro es un animal de costumbres, rutinas y horarios, lo mejor es respetar esa tendencia natural. Podríamos aprovechar para enseñarle a colocarse en su sitio, su cama. Eso nos servirá también para cuando llegan visitas, o queremos fregar el suelo.
Podemos ayudarle para que gestione mejor el estres, aprendiendo a hacerle los vendajes del método Tellington que nos servirán para calmar a nuestro perro ante situaciones que le inquieten, como por ejemplo la pirotecnia, especialmente si se combina con los difusores o collares de feromonas Esto le ayudará a estar tranquilo en su lugar de descanso durante ese tiempo. Incluso cuando no estemos a su vista.
Los ratos de descanso del perro deben de ser lo mas parecido posible a su horario habitual. No pasa nada por acariciarle un momento cuando pasemos por delante de él durante esas horas de relax, pero, lo importante, es que el tiempo intenso ha de estar lo mas cercano a los horarios habituales de salir al parque. Tanto en el tiempo en que estamos con el perro en la calle, prestando atención, para no acercarnos a otras personas, como , especialmente, cuando volvamos a casa, donde compensaremos el tiempo que ha faltado de diversión en la calle, con una interacción total con el animal.
Para un perro, el ejercitar su cerebro, cansa tanto o mas que el hacer ejercicio físico.
Si aprovechamos estos días para fabricar alfombras de olor con ropa vieja, o juegos de inteligencia caseros de los que enseñan a fabricar muchos videotutoriales y libros que hay en internet, tendremos una buena manera de dejar a nuestro perro entretenido cuando nos vayamos a trabajar como habitualmente, pues quince minutos de actividad cerebral intensa ueden cansar como una hora de carrerasen el parque, y así tiene la doble actividad, la cereral y la física diariamente.
También podemos compensar esa menor interacción social con otros perros, haciendo técnicas de obediencia básica, como, enseñarle a caminar a nuestro lado por el pasillo de casa, a sentarse, o a dar la pata, podemos tratar de aprender a hacer Doga, que es yoga con perros o jugar al escondite por la casa, especialmente si hay niños-as. También enseñarle cosas que nos pueden resultar útiles en el futuro como buscar el mando a distancia y traerlo sin dañarlo, o apagar la luz a nuestra orden, o caminar a nuestro lado sin correa, etc.
Trabajar con el perro exige una formación, al menos mínima, por lo que podemos leernos libros sobre psicología canina y, sobre todo lo que Turid Rugaas escribió sobre las “señales de calma” o el lenguaje gestual de los perros.
Eso nos ayudará a evitar problemas futuros y puede ser una forma interesante de pasar las horas, tratando de identificar los gestos y posiciones que tenga el perro, no solo en ese momento, sino también en las fotos que tengamos de él , o en otras fotos de perros que podamos ver en Internet. Actividad que también se puede hacer junto con los niños, que además de educativa sería preventiva de accidentes o incidentes. O, incluso, si sabemos inglés, seguir un curso on-line de Penelope Smith sobre comunicación con los animales.
Y, lo mas importante, cuando regresemos a nuestra vida normal, recordemos la gran ayuda que ha supuesto el tener a nuestro perro al lado en estos momentos tan difíciles, y no volvamos a las rutinas de antes.
Es importante que el perro socialice con otros perros, que tenga los estímulos de la calle, pero también que tenga diariamente un rato activo con nosotros, aunque solo sea mientras le cepillamos, tal y como nos hemos acostumbrado a hacer durante este confinamiento forzoso, incluso cuando este acabe.
Tengamos también en cuenta, que luego de mucho tiempo sin subir a un vehículo, puede que en el primer y segundo viajes, cuando acabe este período, podría marearse y vomitar, por lo que sería conveniente llevar una tela plastificada para evitar daños a la tapicería.
Un tema aparte son los cachorros. Puede que nos haya coincidido esta etapa de reclusión con el cachorro recién adoptado. Las clases de socialización para cachorros estos días aciagos no son lo mas adecuado, pero podemos acercarnos a cierta distancia de otros perros. Si bien hemos de tener en cuenta, que, lo que habitualmente es muy recomendable, para evitar problemas futuros, como que acaricien al perro diversas personas, estos días debemos evitarlo, no tanto porque podrían dejarle virus sobre su pelo o collar, sinó por ser una excusa para que las otras personas se acercasen a nosotros demasiado y nos llenasen de virus a nosotros.
Lo que si es importante es que se relacione entre las 4 y las doce semanas, es decir en los tres primeros meses, con otros perros de todo tamaño, pero que sean perros sanos y equilibrados, para evitar problemas posteriores de conductas agresivas y otras.
Para ello podemos, incluso en nuestros brazos, hacerle ver que existen coches, incluso subirse a uno, otras personas, aunque nos mantenemos a una distancia prudencial de ellas, pero no son una amenaza, como tampoco lo son las bicicletas, motos, etc. Solo algo de lo que nos mantenemos a distancia, lo cual no es lo mismo que perseguirlas.
Podemos acostumbrarle al coche, aunque este se limite a cambiar de aparcamiento para mantener la batería activa.
Poner a su disposición un transportín, que pueda identificarlo como su cueva, donde puede dormir seguro hasta que su “mamá” regrese con la comida, como ocurre en la naturaleza, nos ayudará para posibles viajes futuros.
Acostumbrarlo a que esté solo y relajado durante largo rato.
Es ideal que, mientras jugamos con él, haya sonidos de fondo, muy bajito de volumen, casi imperceptible para nosotros al principio, subiendo el volumen progresivamente, con diversos sonidos típicos de la ciudad, del campo, de fiesta, e incluso de petardos, para que subconscientemente asocie estos ruidos con algo bueno.
Podemos hacer también con el perro ejercicios de propiocepción, por supuesto adaptados a su edad, ejercicios de tirar de un mordedor, ejercicios de suelta, subir y bajar escaleras, siempre que podamos evitar encontrarnos con otras personas.
Lo importante es tener en mente que, esto pasará, y, nos habrá servido para fortalecer la relación con nuestro perro. Aprovechemos la oportunidad y preparémonos para la vuelta.
Autor: Albert Brand
Adiestrador canino capacitado con el número cv-acc-211 de la Generalitat Valenciana.