Las alergias en las mascotas

Introducción a las alergias

gato_prurito[1]
Prúrito en gato

La alergia es una respuesta excesiva del individuo cuando establece contacto con una sustancia extraña, que se denomina alérgeno; esta respuesta está mediada a través de mecanismos inmunológicos. Usualmente las alergias en perros y gatos se manifiestan con alteraciones a nivel de la piel. Las tres enfermedades alérgicas más frecuentes son:

En estos animales es frecuente, como consecuencia del rascado más o menos crónico, que aparezcan complicaciones como una infección de la piel (pioderma) o un exceso de caspa (seborrea), lo que puede dificultar el diagnóstico de la enfermedad inicial.

En los gatos las manifestaciones del prurito-rascado son diferentes. En primer lugar los felinos son mucho más «finos» que los perros y en muchos casos sólo se ve un área de alopecia, sin ninguna otra lesión en la piel; esta circunstancia, unida a que frecuentemente el gato sólo se rasca o lame en ausencia de los dueños (debajo de la cama, encima del armario, etc), hace que a veces sea difícil saber si una alopecia en un gato se debe a que hay prurito o no. En estos casos se realiza una tricografía. Alopecia en gato sin lesiones en piel Gato: alopecia y erosiones Placa eosinofílica Granuloma lineal eosinofílico En otros casos sí se observan lesiones del rascado en la piel, como erosiones. De igual manera, cuando el rascado es crónico, tampoco se observan las lesiones tan características de los perros; en su caso sólo aparecen erosiones, úlceras (heridas más profundas) y costras (pus o sangre seca).

Finalmente, otras veces los gatos también pueden mostrar lesiones muy características, que pueden deberse a estos procesos alérgicos pero también a otras enfermedades   como infecciones, parásitos, etc. Estas lesiones se denominan:

    • Dermatitis miliar: cuando aparecen pequeñas pápulas (granos), generalmente en el dorso del animal y,  a veces, en cabeza y cuello; el prurito puede ser variable.
    • Úlcera eosinofílica: localizada usualmente en el labio superior, no siendo dolorosa ni pruriginosa.
    • Placa eosinofílica: son elevaciones de la piel, de color naranja o rojo, ubicadas usualmente en abdomen ventral y cara interna de los muslos; normalmente es muy pruriginosa.
    • Granuloma lineal eosinofílico: es una lesión elevada lineal, de color naranja o rojo, ubicada muchas veces en la parte posterior de las extremidades traseras.
      • la atopia
      • la dermatitis alérgica a la picadura de pulgas (DAPP)
      • y la alergia a los alimentos aunque también pueden darse casos de alergias de contacto, alergias a la picadura de mosquitos en gatos, etc, las cuales son mucho más raras que las anteriores.

Síntomas de la alergia

Las alergias en perros y gatos generalmente se manifiestan con prurito o picazón, aunque en gatos también se observa el asma de origen alérgico. La respuesta al prurito puede ser en forma de rascado, mordisqueado, lamido o frotamiento   con objetos, según el área corporal afectada.

La aparición de estas enfermedades requiere una sensibilización frente a los alérgenos implicados, por lo que no las sufren los animales muy jóvenes, de pocos meses de vida. Así, si un cachorro de 2 meses tiene prurito no se debe   pensar en una alergia, siendo mucho más probable que tenga, por ejemplo, una sarna. Prurito agudo en perro Prurito crónico en perro Cuando los perros se   rascan, inicialmente se observa alopecia (falta de pelo), eritema (enrojecimiento) y erosiones (heridas superficiales). Con el paso del tiempo, tras semanas o meses de rascarse, la piel se defiende de esta agresión con liquenificación (engrosamiento de la piel) e hiperpigmentación (aumento del color negro), síntomas ambos del prurito crónico.

En estos animales es frecuente, como consecuencia del rascado más o menos crónico, que aparezcan complicaciones como una infección de la piel (pioderma) o un exceso  de caspa (seborrea), lo que puede dificultar el diagnóstico de la enfermedad inicial.

Atopia

La atopia es una alergia que se desarrolla frente a alérgenos presentes en el ambiente, que contactan con el individuo a través de las vías respiratorias y de la piel.

Existen muchos alérgenos que pueden sensibilizar a los perros y gatos, pero los más frecuentes son el .ácaro del polvo y las escamas o epitelios de otros animales, incluido el hombre. La alergia a pólenes es mucho menos frecuente que las anteriores

En perros los primeros síntomas de prurito suelen aparecer entre los 1 y 3 años de edad, aunque muchos propietarios acuden al veterinario años más tarde cuando la picazón es más intensa. El prurito generalmente se produce en todas   las épocas del año, ya que el perro tiene contacto con el alérgeno todos los  días; sin embargo, cuando sólo tiene alergia a pólenes, o cuando existe un componente muy importante de alergia a la picadura de pulgas, el prurito es estacional,   apareciendo sólo en los meses de polinización o, en el caso de las pulgas, en   épocas cálidas. Prurito facial Prurito generalizado La distribución más típica del prurito es a nivel de la cara y de las manos, aunque puede afectar cualquier área corporal e incluso ser generalizado. El rascado continuo a nivel de la cara provoca que muchas veces exista otitis y/o conjuntivitis (inflamación de   los oídos y la conjuntiva, respectivamente).

Los gatos suelen manifestar los primeros síntomas entre los 6 meses y los 2 años de edad, aunque se han citado incluso casos en que la atopia apareció a los 14 años.

 

Dermatitis alérgica a la picadura de pulgas (DAPP)

Picadura del pulga

 

La DAPP es una reacción alérgica a alérgenos presentes en la saliva de las pulgas. En algunas áreas geográficas, cálidas y húmedas, es la enfermedad más frecuente de la piel de los perros y gatos; sin embargo, en otras zonas del país, con menor intensidad de pulgas, la atopia tiene una mayor incidencia. De todas las formas, la presencia de ambas enfermedades en un mismo animal es muy común.

Es muy importante diferenciar la DAPP de la infestación por pulgas. En el primer caso, la presencia ocasional de alguna pulga es suficiente para producir prurito, por lo que el control de pulgas en el ambiente del animal debe ser muy estricto.   En el segundo de los casos, para producir unos síntomas similares debe haber un número muy superior de pulgas.

En el caso de los gatos, los hábitos de vida son determinantes para el desarrollo de la enfermedad, ya que aquéllos que poseen libre acceso al exterior tienen un mayor contacto con pulgas. DAPP crónica DAPP muy crónica En perros el signo   más característico es la aparición de prurito en el área lumbar, aunque con el tiempo puede extenderse a otras zonas. Generalmente en un inicio el proceso es estacional, en verano-otoño, cuando la incidencia de pulgas es mayor, aunque   con el tiempo el prurito puede aparecer a lo largo de todo el año.

En gatos los signos pueden ser muy diversos, tal y como se comentó más arriba.

Alergia a los alimentos

La alergia a los alimentos tiene una incidencia mucho menor que las dos anteriores. Es una alergia frente a sustancias que se ingieren, que suelen ser productos  básicos en la dieta del animal: carne (vacuno, cordero, caballo, cerdo o pollo),  pescado, huevo, lácteos, arroz, soja, trigo, maíz, etc. Por lo tanto la alergia a los alimentos puede afectar a cualquier individuo, tanto los que consumen dietas preparadas en casa, como en aquéllos que se alimentan con piensos comerciales.

En perros el signo más constante es el prurito, que frecuentemente afecta a cabeza y manos, pudiendo complicarse con otitis, seborrea, etc. En algunos animales,   pueden concurrir signos digestivos, como diarrea y/o vómitos. En casos leves   la única manifestación puede ser la presencia de eritema (enrojecimiento) del pabellón auricular.

En gatos, al igual que en los casos anteriores, los signos pueden ser muy diversos, tal y como se comento más arriba.

Diagnóstico

Ante un perro o gato con una sospecha de enfermedad alérgica, generalmente lo primero que se debe hacer es descartar que no sean otras enfermedades de la piel que se pueden diagnosticar con relativa facilidad, como por ejemplo la tiña o las sarnas. Para ello, muchas veces la información que aporta el dueño y la exploración del animal son suficientes para concluir que no es ninguna de estas patologías. Otras veces esto no es posible y se deben hacer pruebas diagnósticas específicas, como un raspado cutáneo para comprobar al microscopio la presencia o ausencia de ácaros, o un cultivo de hongos si se sospecha de tiña.

En el caso particular de los gatos, si no existen evidencias claras de rascado, como sería la presencia de erosiones, o que el dueño le vea rascarse, se debe hacer una tricografía. Esta técnica consiste en arrancar unos pelos de la zona alopécica y observar al microscopio si las puntas están rotas, indicativo de   que el gato se rasca o lame.

Cuando la sospecha se centra en un problema alérgico, en el caso de los perros en primer lugar se debe decidir si es un problema de atopia o de DAPP, sin descartar que ambas enfermedades estén afectando a la mascota. Para ello se utilizan los   datos recogidos en el interrogatorio al propietario y los obtenidos durante   la exploración del animal, como por ejemplo el área corporal afectada. Si el control de pulgas en el ambiente del animal no es adecuado, siempre se debe   realizar durante 1-2 meses un control exhaustivo de este parásito, debiendo existir una mejoría parcial o completa cuando la DAPP es parte de la enfermedad.

Ante una sospecha de atopia, si se desea confirmar a qué alérgenos (ácaro del polvo, epitelios, pólenes, etc) es sensible el animal, se deben hacer pruebas complementarias. Estos ensayos sólo son imprescindibles cuando se desea hacer un tratamiento de desensibilización del paciente. En su defecto no se necesitan realizar para diagnosticar que el animal padece de atopia.

Si el perro no responde al control de pulgas y no se relaciona su cuadro con una atopia, o cuando se sospecha de una posible alergia a los alimentos, para diagnosticar esta enfermedad se necesita alimentar al paciente con una dieta   de eliminación.

En el caso de los gatos, para llegar a un diagnóstico definitivo de qué proceso alérgico se trata, en primer lugar se confirma o descarta una DAPP mediante  el control de pulgas; si no existe mejoría se realiza una dieta de eliminación; y si no mejora se considera que es una atopia. Si se desea realizar una desensibilización del paciente se deben hacer pruebas complementarias, aunque tanto en la primera como en estas últimas la experiencia en gatos es limitada.

En cualquier caso, tanto en perros como en gatos, antes de realizar un control estricto de pulgas o una dieta de eliminación, es imprescindible que los dueños   del animal estén plenamente concienciados de las condiciones de estos ensayos, ya que se requiere de su plena colaboración. Si no es así es preferible no realizar estas pruebas ya que sus resultados no serán fiables, lo que provocará finalmente desconfianza de los propietarios hacia el veterinario.

Pruebas para determinar a qué alérgenos es sensible el animal

Cuando se desea realizar la desensibilización de un paciente con atopia, es imprescindible conocer a qué alérgenos es sensible. En la práctica se disponen hoy en día de dos pruebas: la intradermorreacción y la determinación de IgE  específica de alérgeno mediante técnica ELISA.

La intradermorreacción consiste en inyectar en la piel de los perros una pequeña cantidad de los distintos alérgenos. En el caso de que sea sensible a un alérgeno se produce una reacción inflamatoria en el punto de inyección, a los 10-20 minutos. Ésta es la técnica más fiable, aunque tiene como desventaja que debe rasurarse una zona de la capa del animal, en la cual se realiza la prueba.

En el caso de los gatos, para llegar a un diagnóstico definitivo de qué proceso alérgico se trata, en primer lugar se confirma o descarta una DAPP mediante el control de pulgas; si no existe mejoría se realiza una dieta de eliminación; y si no mejora se considera que es una atopia. Si se desea realizar una desensibilización del paciente se deben hacer pruebas complementarias, aunque tanto en la primera como en estas últimas la experiencia en gatos es limitada.

En cualquier caso, tanto en perros como en gatos, antes de realizar un control estricto de pulgas o una dieta de eliminación, es imprescindible que los dueños del animal estén plenamente concienciados de las condiciones de estos ensayos, ya que se requiere de su plena colaboración. Si no es así es preferible no realizar estas pruebas ya que sus resultados no serán fiables, lo que provocará finalmente desconfianza de los propietarios hacia el veterinario.

Pruebas para determinar a qué alérgenos es sensible el animal

Cuando se desea realizar la desensibilización de un paciente con atopia, es imprescindible conocer a qué alérgenos es sensible. En la práctica se disponen hoy en día de dos pruebas: la intradermorreacción y la determinación de IgE  específica de alérgeno mediante técnica ELISA.

La intradermorreacción consiste en inyectar en la piel de los perros una pequeña cantidad de los distintos alérgenos. En el caso de que sea sensible a un alérgeno se produce una reacción inflamatoria en el punto de inyección, a los 10-20 minutos. Ésta es la técnica más fiable, aunque tiene como desventaja que debe rasurarse una zona de la capa del animal, en la cual se realiza la prueba.

En el caso de los gatos existen varias limitaciones: por un lado es imprescindible anestesiar al paciente para realizar el test (en los perros no es necesario, y si es una animal muy nervioso suele ser suficiente con un tranquilizante); además la técnica es más difícil de realizar ya que tienen una piel muy fina, y la lectura de las reacciones es más compleja que en el caso de los perro.

La determinación de IgE específica de alérgeno mediante técnica ELISA es la alternativa a la intradermorreacción. Se realiza en el suero sanguíneo, por lo que al paciente sólo se le debe extraer una muestra de sangre. Las ventajas de este test es que es más cómodo para el animal y que se puede realizar en   individuos que tienen toda la superficie corporal afectada por la enfermedad, en cuyo caso no es posible encontrar un área sana donde realizar la intradermorreacción. Los inconvenientes es que es menos fiable, más cara y, en el caso de los gatos, de que no existen estudios que verifiquen la validez de los escasos ELISAs comercializados.

Antes de realizar cualquiera de estos ensayos es imprescindible suprimir el tratamiento con antipruriginosos (corticoides y/o antihistamínicos) en los animales que se estén tratando, durante un período de tiempo variable, desde 1 semana  a 2 meses, según el producto aplicado.

Dieta de eliminación

La dieta de eliminación consiste en alimentar al paciente durante un período   de unos 2 meses exclusivamente con una carne y un vegetal que no consuma habitualmente;   en el caso de los gatos sólo se necesita una carne. Las carnes utilizadas pueden   ser las de cordero, caballo, pavo, conejo, etc, ya que no suelen entrar en la   dieta habitual de nuestras mascotas.

Para realizar el test es preferible usar una dieta hecha en casa, evitando el uso de dietas «hipoalergénicas» comerciales, ya que 1 de cada 5 animales enfermos no mejoran con estas últimas. Sólo en el caso de los gatos, debido a los hábitos alimenticios de los felinos, cuando no aceptan una dieta hecha   en casa se puede recurrir a un pienso comercial «hipoalergénico», como mal menor.

La mentalización de los dueños es imprescindible para llevar a buen fin este   test, debido a que:

  • Durante el ensayo el animal no puede ingerir absolutamente nada más que la dieta: ni juguetes comestibles, ni premios, ni suplementos, ni golosinas, ni siquiera una pasta de té. Se debe vigilar que el paciente tampoco ingiera     nada cuando está en el exterior, y si no se le puede controlar se tiene que impedir su acceso al exterior, particularmente en el caso de los gatos.
  • El tiempo necesario para concluir la prueba es variable, desde unas 3 semanas en el mejor de los casos, hasta 2 meses en el peor de ellos. Por lo tanto, los propietarios deben aceptar al incio del test que esta situación se prolongue hasta 8 semanas.

Si al cabo de 2 meses con la dieta no ha mejorado el paciente, la causa no   es una alergia a los alimentos. En el caso de observar mejoría en este tiempo, para confirmar el diagnóstico se debe reintroducir la dieta original nociva   y comprobar que reaparecen los síntomas, usualmente en un período de 1 a 3 días.

Si se desea saber qué alimento(s) causa(n) la enfermedad, se debe ir introduciendo   cada 15 días de uno en uno los distintos ingredientes que se desean comprobar, y ver con cuál(es) aparecen los síntomas. Como el método es engorroso, generalmente no se hace.

 

Tratamiento

Aviso importante: Los tratamientos que aquí se detallan siempre deben ser bajo control veterinario. No medique a su perro o gato por su cuenta, podría resultar peligroso para su mascota.

Es fundamental comprender que las alergias son enfermedades controlables pero no curables, por lo que se deben tratar a los pacientes durante toda su vida, aunque la intensidad de la terapia puede variar de un momento a otro. El tratamiento   de las alergias se basa en tres puntos:

1. Evitar o, cuando no es posible, disminuir el contacto con el alérgeno: es la base del tratamiento de la DAPP y de la alergia a los alimentos; en el caso de la atopia, alternativamente se puede intentar una desensibilización del paciente.

  • En la atopia sólo ocasionalmente se puede evitar el contacto con el alérgeno, pero frecuentemente se puede disminuir: así, en el caso de animales alérgicos al ácaro del polvo y/o a las escamas de personas se produce una clara mejoría cuando se le prohíbe la entrada al interior de la casa, siempre que se disponga de un jardín donde pueda residir.
  • En la DAPP se realizará un control continuo de pulgas.
  • En la alergia a los alimentos se le alimentará con una dieta que no lleve los ingredientes nocivos. Lo más cómodo es usar las dietas «hipoalergénicas» comerciales, aunque en algunos animales no es posible encontrar ninguna que     funcione, en cuyo caso el veterinario debe formular una dieta equilibrada para preparar en casa.

2. Tratar farmacológicamente con antipruriginosos: cuando no es posible controlar la enfermedad con los métodos anteriores se pueden administrar fármacos que   controlen el prurito y la inflamación:

  • En el perro los que mejores resultados dan son los corticoides pero sus efectos secundarios a largo plazo son muy intensos; alternativamente se pueden usar fármacos no esteroideos (anthistamínicos y ácidos grasos) pero sus resultados     son peores y requieren ensayos en cada animal. Lo recomendable en estos casos  es (1) controlar la enfermedad inicialmente con corticoides, y (2) cuando hayan desaparecido los síntomas, intentar reemplazar los corticoides con fármacos no esteroideos.
  • En el gato las consideraciones son distintas: por un lado los corticoides no tienen unos efectos secundarios a largo plazo tan dramáticos como en perros; y en segundo lugar los fármacos no esteroideos funcionan mejor que en los     perros. El mayor problema a largo plazo con los gatos es que en muchos casos la administración frecuente de medicación por vía oral es una verdadera tortura para los dueños. Es por ello que en estos casos se usan formas retardadas de corticoides inyectables, requiriéndose unas pocas inyecciones al año; estas formas se pueden usar a largo plazo en gatos debido a la resistencia de los mismos a los corticoides, y no son nunca una alternativa utilizable en los perro s. Antiguamente se utilizó mucho el acetato de megestrol como antipruriginoso esteroideo en gatos. Hoy en día no se debe usar ya que sus efectos secundarios  son muy importantes, y porque disponemos de un gran arsenal de posibilidades terapéuticas que funcionan bien. Sólo en casos excepcionales en los que absolutamente     nada funciona, se justifica su uso.
  • 3.Además se tratarán específicamente las complicaciones que tenga la enfermedad, como las piodermas, seborreas, etc.

 

  • Desensibilización La desensibilización consiste en inyectar al animal bajas cantidades de alérgeno de forma repetitiva con el objeto de reducir la reacción alérgica del paciente a la exposición natural del alérgeno. El protocolo de inyecciones es particular para cada paciente. Se necesitan varios meses para comprobar la eficacia de este tratamiento, y las inyecciones se deben aplicar durante toda la vida del animal.Actualmente mejoran con este tratamiento un 70-80% de los pacientes, aunque sólo un 20% se controlan exclusivamente mediante desensibilización; el resto requieren el uso complementario de antipruriginosos, aunque a dosis menores respecto a la que se administraban antes de la desensibilización.

 

  • Control de pulgasEn el tratamiento de la DAPP se requiere un control muy intenso de las pulgas   en el animal y el ambiente que le rodea, ya que la presencia de un bajo número de pulgas es suficiente para provocar prurito. Para un buen control de pulgas es necesario particularizar cada caso ya que un tratamiento adecuado para un animal puede no ser suficiente para otro. Como normas generales se debe tratar:

 

  • El animal afectado, y el resto de los animales presentes en la casa.
  • El ambiente interior.
  • El ambiente exterior cuando algún animal de la casa accede con frecuencia al mismo.

En los últimos años se ha progresado mucho en los productos utilizables en el control de las pulgas. Por un lado se disponen de adulticidas (aquéllos que matan las formas adultas) que, a diferencia de los más antiguos, son seguros   para el paciente y tienen una duración elevada sobre el animal, mayor de un mes. Por otro, actualmente se disponen de productos que impiden que las formas inmaduras (huevos, larvas y pupas) evolucionen al estadio de adulto, siendo además productos muy seguros desde el punto de vista de su toxicidad. En el control de las pulgas debemos usar tanto un adulticida como un inhibidor del crecimiento de los insectos.

Vamos a resumir las últimas tendencias en el control de pulgas. Si deseas una mayor información el Prof. Noxon de la Universidad de Iowa tiene una excelente revisión.

En los animales de casa se usará un adulticida que en el caso del paciente con DAPP debe ser uno que actúe antes de que la pulga pique al animal. Actualmente se dispone en el mercado de dos productos que aseguran una larga duración, mayor   al mes, sobre el animal: el fipronilo (Frontline®) y el imidacloprid (Advantage®). Debemos tener presentes que los productos más antiguos tenían un efecto durante mucho menos tiempo, desde un día en el caso de champús, a una semana si eran en forma de polvos.

En el ambiente interior se deben combinar varios esfuerzos para un buen control de las pulgas:

  • Es imprescindible la limpieza y aspiración frecuente de las habitaciones, con especial dedicación a las zonas donde habitualmente estén los animales (cama, sofá, etc), a las esquinas y partes escondidas (zona debajo de los muebles y de las alfombras)
  • Se empleará con la frecuencia indicada un aerosol que combine un adulticida (piretrina, organofosforado, carbamato) con un inhibidor del crecimiento de los insectos (metopreno o fenoxicarb), no olvidando su aplicación en las zonas escondidas de la casa
  • Si la casa dispone de moqueta también se puede usar el poliborato de sodio como tratamiento de las formas inmaduras, con una duración de un año.

Para prevenir la reaparición de pulgas, también se puede administrar al animal mensualmente lufenurón (Program®), que actúa de manera similar a los inhibidores del crecimiento de los insectos.

En resumen, inicialmente se debe hacer un tratamiento agresivo de limpieza y con adulticidas, que se debe complementar inmediatamente con el uso de inhibidores del crecimiento de los insectos. Posteriormente, y con una frecuencia variable según los productos usados y el riesgo de llegada de pulgas desde el exterior, se combinará la limpieza con los adulticidas y los tratamientos de las formas inmaduras. Además, el acceso de algún animal al exterior requerirá la adopción de medidas suplementarias.

 

Uso de corticoides en alergias

El uso de corticoides en los procesos alérgicos de perros y gatos da muy buenos resultados, como norma general. Sin embargo su administración a largo plazo, durante meses o años, provoca efectos secundarios importantes, principalmente en perros, ya que los gatos son bastante resistentes a estos fármacos.

Para evitar o retrasar la aparición de estos efectos secundarios se deben seguir las siguientes normas:

  • Usar corticoides de acción corta: prednisona, prednisolona o metilprednisolona.
  • Administrarlos vía oral, si bien en gatos se admite el uso de formas parenterales.
  • Utilizar la menor dosis posible y administrarlos a días alternos (un día sí y otro no): al inicio del tratamiento se usan una o dos dosis diarias, pero a los pocos días, aproximadamente una semana, cuando el prurito está controlado, la dosis se debe empezar a bajar y se debe pasar a una terapia a días alternos, disminuyendo sucesivamente la cantidad hasta aquélla menor que controle el proceso. El objetivo es que el animal se rasque un poco, sin llegar a hacerse lesiones.

Uno de los efectos secundarios que aparecen con el uso de corticoides a largo plazo, y que puede ser fácilmente solucionable por el dueño, es la poliuria (mayor producción de orina), por lo que se debe estar atento a que el perro   requiera un mayor número de paseos diarios, y procurar que el animal, tanto perro como gato, tenga siempre agua a su disposición. Si el problema es muy   intenso posiblemente se deba a que se usa prednisona o prednisolona, solucionándose cuando estos corticoides se cambian por la metilprednisolona (Moderín®).

Otro punto a tener presente es que usualmente la mascota va a tender a comer más (polifagia) y por lo tanto a engordar, por lo que se debe controlar la cantidad de alimento que tiene a su disposición al día.

Los gatos responden un poco peor que los perros y no es infrecuente que algún gato no responda bien a un corticoide, debiéndose probar algún otro, como la triamcinolona o la dexametasona. Si se usan estas formulaciones se recomienda administrar una dosis cada 3 días, o incluso más si el paciente se controla   bien.

Por otro lado, ya hemos comentado que uno de los problemas a largo plazo con   los felinos es la dificultad que puede representar el administrar medicamentos vía oral. Por ello, y debido a la resistencia de los gatos a los corticoides,  muchos casos se controlan inyectando formas retardadas de corticoides, como el acetato de metilprednisolona (Depo-moderín®) o el acetónido de triamcinolona (Trigón depot®). Como norma se administra una dosis cuando empiezan a aparecer   las lesiones de nuevo, siendo usualmente suficiente una inyección cada 3 ó 4 meses una vez que el proceso está controlado.

 

Terapia no esteroidea alternativa

Los antipruriginosos no esteroideos funcionan peor que los corticoides pero sus efectos secundarios son prácticamente nulos. Siempre se debe ensayar su uso como alternativa a los corticoides, ya que un número importante de animales   pueden controlarse sólo con estos fármacos, y en el resto se consigue disminuir la cantidad de corticoides necesarios.

Como norma general se usa una combinación de antihistamínicos y de ácidos grasos poliinsaturados. Existen numerosas preparaciones de ácidos grasos en el mercado, todas ellas con una composición diferente; actualmente se recomienda usar aquéllas que tengan ácidos grasos tanto de la serie omega-3 como de la serie omega-6 (Efa Z, Efavet 1 y 2, Efa 7, Viacután, Unipet ofatabs y granulado). El uso de baños de agua fría también coopera en el control del prurito, usando champús   apropiados para estos casos.

En los perros se recomienda ensayar durante un mes el uso de varios antihistamínicos (uno cada semana) combinados con los ácidos grasos, observando qué combinación puede funcionar en el paciente. Los antihistamínicos que mejores resultados   han dado son la oxatomida (Oxatokey®) y la clemastina (Tavegil®).

Recientemente se ha comercializado una dieta con una relación de ácidos grasos omega-6/omega-3 optimizada (Eukanuba Lamb & Rice) que parece obtener por sí sola un excelente control en un 40-50% de los perros atópicos.

En los gatos, tanto los antihistamínicos como los ácidos grasos poliinsaturados dan buenos resultados, por lo que se dispone de muchas alternativas. Además   de los dos antihistamínicos comentados para los perros, en gatos los mejores   resultados se han obtenido con la clorfeniramina (Pruritex SC®). Como ya hemos   dicho, la mayor dificultad del manejo en muchos gatos es la administración de los medicamentos vía oral, por lo que en este caso se prefieren los ácidos grasos   que se pueden mezclar con el alimento (Unipet granulado).

 

Tratamiento de las complicaciones

Muchas veces cuando el paciente llega al veterinario, principalmente en perros, éste tiene complicaciones, que se deben tratar igualmente. Las dos principales complicaciones a nivel de la piel son la pioderma (infección de la piel) y la   seborrea, generalmente seca (exceso de escamas o caspa).

La pioderma se trata combinando la administración de un antibiótico vía oral con el uso de un champú antiséptico. El tratamiento dura en la mayor parte de los casos entre 15 y 30 días. Existen numerosos antibióticos que se pueden usar   (para una información más profesional), aunque en principio se debe administrar   uno de estrecho espectro de acción, como la lincomicina (Lincocín®).

Respecto de los champús, en la primera semana se debe bañar al animal 2 ó 3 veces, dejando actuar al menos 5-10 minutos al champú antes del aclararado. Posteriormente un baño semanal puede ser suficiente. En el mercado se pueden encontrar muchos champús para su uso en perros, recomendándose el uso de alguno que lleve peróxido de benzoílo o clorhexidina.

La seborrea seca se controla usando champús que hidraten la piel, y que regulen la producción y eliminen el exceso de escamas que produce la piel.

 

Autor:  Juan Rejas López

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