La conexión de los Reyes Magos con animales específicos ha sido parte de la tradición cultural que rodea la historia de la Epifanía, cuando los Magos visitaron al niño Jesús. Aunque no hay menciones específicas en los relatos bíblicos sobre los animales que los acompañaron, a lo largo de la historia se han desarrollado estas asociaciones simbólicas.
Los camellos, por ejemplo, han sido tradicionalmente vinculados a los Reyes Magos, particularmente a Melchor. Esta asociación puede derivarse de la idea de que los camellos eran comúnmente utilizados como medio de transporte en las travesías largas a través de los desiertos del Medio Oriente, y Melchor, representado como un anciano sabio, llevaba el regalo de oro, considerado un metal valioso y real, para presentarlo a Jesús.
Gaspar, a veces asociado con un caballo, se ha interpretado como un joven rey, ágil y enérgico. El caballo simboliza la rapidez y la juventud, y algunos relatos lo vinculan con el regalo de incienso que Gaspar presentó al niño Jesús.
Baltasar, representado con rasgos africanos y piel oscura en ciertas tradiciones, ha sido asociado con un elefante. El elefante, debido a su imponente tamaño, representa la nobleza, la fuerza y la sabiduría, atributos que se asocian con Baltasar, quien se dice que ofreció mirra como regalo al niño Jesús.
Estas asociaciones han sido adoptadas en representaciones artísticas, desfiles y celebraciones navideñas en diversas culturas a lo largo de los siglos. A pesar de no tener un fundamento histórico estricto, se han convertido en parte integral del imaginario popular en torno a la historia de los Reyes Magos y su visita al pesebre de Belén.
