¿Por qué se ceden los perros a refugios y protectoras de animales?

El abandono de mascotas en España tiene una cifra escalofriante: 285.000 perros y gatos recogidos por protectoras de animales según el estudio de la Fundación Affinity.

 

 

La principal causa de la entrega es el tiempo de dedicación que se tiene que destinar a los cuidados diarios de los perros: salidas, paseos, juegos, etc. Estas personas que adquirieron un animal no han prestado demasiada atención a la responsabilidad que conlleva y luego se dan cuenta de que tienen que invertir «tiempo» en él.

Por otro lado los problemas de comportamiento de los perros en las viviendas como hiperactividad, ladridos, ansiedad por separación, agresión, destrucción y escape son puntos claves para su renuncia. El dueño no sabe como resolver estas situaciones y su opción más fácil es «deshacerse» del problema.

Las alergias son otro motivo de peso para entregar al perro a un centro de protección. En muchos casos son perfectamente tratables e incluso con el tiempo desaparecen.

Otra de las causas de abandono es el alquiler de la vivienda. En la mayoría de las casas de alquiler no se permiten la estancia de mascotas. Esto se podría resolver fácilmente mostrando al arrendador un seguro especial para mascotas o con un depósito extra en tal caso por los posibles daños ocasionados. También hay que apuntar que la mayoría de los seguros de hogar incluyen ya a las mascotas.

Sin lugar a dudas el siguiente motivo se está agudizando según los precios se van encaminando al alza por la inflación. La alimentación y los gastos veterinarios no dan tregua a que muchas familias lleguen a fin de mes y se plantean renunciar a su mascota. Hay algunas administraciones públicas que brindan cuidados veterinarios (vacunaciones) para ayudar a estas personas que quieren seguir disfrutando de su animal de compañía, pero no pueden hacerse cargo de determinados gastos médicos. También existen los bancos de alimentación animal para ayudarles.

Algunas renuncias son «regalos de Navidad», realizados sin ningún tipo de conciencia por parte de los padres o allegados. La niña o el niño quiere un perrito y lo pide a Santa Claus o los Reyes Magos, que encantados con la idea se lo regalan. El problema viene cuando el cachorrito se hace pis, hay que sacarle, también hay que ponerle de comer, llevarle al veterinario con el consiguiente gasto. Lo que no han pensado es que ese «regalo no deseado» es un ser vivo y tiene sus necesidades. En estos casos lo ideal sería regalar un peluche y no fastidiar la vida a un animal.

En algunos casos el tutor debe ingresar en alguna residencia para ancianos y no se permiten las mascotas. Estas situaciones son bastante tristes, porque por un lado esta persona tiene un vínculo emocional muy grande con su mascota y por otro lado ya no se puede hacer cargo de ella. Lo ideal sería que pudieran seguir juntos, Pero lo peor es cuando los propietarios fallecen son los hijos o herederos quien no quieren hacerse cargo de las mascotas y son entregadas (en el mejor de los casos) a refugios animales.

La mayoría de las situaciones expuestas aquí pasan por la responsabilidad y la reflexión. Las mascotas no son juguetes o cosas, son seres sintientes y como tales hay que tratarlos. Nadie obliga a comprar ni a adoptar una mascota, pero desde la sociedad debemos insistir en que se realicen programas de educación para que se medite sobre ello antes de acoger una mascota en el hogar.

 

Autora: Antonia Villalba

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