¿Alguna vez has tocado la nariz de tu perro? Está mucho más fría que el resto de su cuerpo, pero ¿por qué? Un equipo internacional de científicos acaba de demostrar que una nariz fría ayuda a los perros a distinguir temperaturas de objetos que se encuentran lejos de ellos. Los detalles fueron publicados en Nature Scientific Reports.
Radiación infrarroja
Para medir la temperatura de un objeto sin tocarlo, necesitamos un instrumento que pueda detectar fotones de baja energía, aquellos que se encuentren en la zona infrarroja del espectro electromagnético. Nosotros, como seres humanos, no disponemos de los fotorreceptores adecuados para esta labor; nuestros ojos son incapaces de percibir radiación infrarroja.
Esto ha llevado a que algunos animales desarrollen distintos órganos sensoriales capaces de percibir este tipo de radiación. La serpiente de cascabel, las boas y los escarabajos son buenos ejemplos; sin embargo, el único mamífero conocido con esta habilidad era el murciélago Desmodus rotundus.
Nariz como termómetro
Sabemos que los perros suelen tener la nariz mucho más fría que el resto de su cuerpo. Esto llamó la atención de los científicos que describen que el rinar, la suave punta de cuero de la nariz de un perro, suele encontrarse a cinco grados Celcius menos que el resto de su cuerpo en temperatura ambiente estos indicadores son los mismos a 15 grados, pero en cero grados el rinar de los perros es de 8 grados.
Esto llamó la atención de los científicos: probablemente la temperatura del rinar esté relacionada con su sensibilidad a la radiación infrarroja. Para probar su hipótesis el equipo dirigido por Anna Bálint de la Universidad de Lund llevó a cabo dos experimentos.
Experimentación
Primero, tres perros fueron entrenados para elegir entre un objeto calido (31ºC) y un objeto a temperatura ambiente, cada uno ubicado a 1,6 metros de distancia. Estos no podían oler ni ver la diferencia entre ambos objetos. Incluso los científicos tenían que tocar para detectar alguna diferencia en temperatura. Después del entrenamiento, los perros fueron evaluados: los tres detectaron con éxito los objetos que emitían radiación térmica débil.
Luego los investigadores escanearon los cerebros de 13 perros domésticos de varias razas usando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI). Al mismo tiempo se les mostraba a los perros objetos que emitían radiación térmica neutral o débil. De aquí se mostró que en la corteza somatosensorial del hemisferio izquierdo del cerebro de los perros hay un área pequeña que se activa específicamente tras la presentación de un estímulo cálido. Esta región corresponde al área de representación de la punta de la nariz de los animales, pero no está asociada con el sistema olfativo.
El área del cerebro que responde a la radiación infrarroja se encuentra solo en el hemisferio izquierdo. El trabajo de esta mitad del cerebro está asociado con la conducta alimentaria, en particular depredadora, que es consistente con el supuesto de que la sensibilidad al calor ayuda a los perros a encontrar presas.
Ambos experimentos en conjunto, mostraron que los perros, al igual que los murciélagos anteriormente mencionados, pueden sentir puntos calientes débiles y que una región específica de su cerebro se activa por esa radiación. Los científicos sospechan que los perros heredaron esta habilidad de su antepasado, el lobo gris, que puede usarlo para olfatear cuerpos calientes en una cacería.
Más experimentos
«El estudio es coherente con otras investigaciones que describen la combinación de la nariz y el cerebro del perro como una plataforma sofisticada para procesar una amplia gama de señales», dice Gary Settles, profesor emérito de ingeniería mecánica en la Universidad Estatal de Pensilvania, University Park, que estudió habilidades de olfateo de perros. Sin embargo, duda que «el rinar del perro pueda distinguir patrones de objetos fríos y calientes a distancia», lo que sugiere que las habilidades de detección térmica de los perros pueden no ser útiles para la caza a larga distancia. “[Esto] necesita más estudio”.
Todavía no sabemos mucho sobre la capacidad descubierta de los perros: por ejemplo, no está claro cómo exactamente la rinaria puede percibir la radiación infrarroja. Es denso, no tiene cavidades en el interior, a diferencia de los pozos de serpientes sensibles al calor. Además del mecanismo de este tipo de recepción, es necesario estudiar muchas más de sus propiedades: a qué distancia pueden sentir la temperatura los perros, cuál es el umbral de discriminación, qué papel mantiene el rinar siempre frío en este proceso.
Autor: Adrián Díaz
“Esta noticia ha sido publicada originalmente en la revista N+1, ciencia que suma: www.nmas1.org”