Las gorgonias rojas de las islas Medas arrasadas por las olas de calor

Gorgonia Roja - De Photo by C.R.E.A. uploaded by Esculapio - Trabajo propio (personal work), CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1176668

El aumento de la frecuencia y la intensidad de las olas de calor marinas durante las últimas décadas es uno de los efectos del cambio climático global. Un estudio de la Universidad de Barcelona, publicado en la revista Journal of Animal Ecology, muestra que la ola de calor extremo que se produjo en 2022 provocó un incremento sin precedentes de la mortalidad de la gorgonia roja Paramuricea clavata, que afectó el 70 % de las colonias situadas en el parque natural del Montgrí, las islas Medas y el Baix Ter (Gerona). Según los investigadores, estos resultados son bastante alarmantes y amenazan la viabilidad de esta especie de gran valor para la biodiversidad de los ecosistemas bentónicos, ya que se considera formadora de hábitats.

Graciel·la Rovira, investigadora de la UB, es la primera autora de esta publicación, que ha coordinado la catedrática Cristina Linares, profesora en ICREA Academia de la Facultad de Biología y el Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio). También han participado investigadores del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA, CSIC-UIB), el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) y la Universidad de Toulon (Francia).

 

Cuatro años con temperaturas superiores a los 24,3 °C

El trabajo ha evaluado el impacto de las olas de calor marinas, producidas entre 2016 y 2022, sobre siete poblaciones del octocoral P. clavata, localizadas en esta área marina protegida. El análisis de los resultados ha demostrado que las tasas de mortalidad —obtenidas a partir del cálculo de la proporción acumulada de colonias afectadas y la superficie muerta— se incrementaron significativamente en los años en los que estos episodios fueron más cálidos y prolongados: 2017, 2018, 2019 y 2022.

En estos cuatro años, las temperaturas fueron superiores a los 24,3°C, y 2022 es el año que presentó la mortalidad más elevada. «En 2022, la proporción total de colonias afectadas por los cincuenta días de ola de calor fue cerca del 70 %, con un porcentaje de superficie perjudicada de casi el 40 %, unos valores que no se habían observado nunca en esta área desde que se inició en seguimiento de estas poblaciones», detallan los autores.

Este impacto negativo es el resultado también de los acontecimientos de los años anteriores, ya que la recuperación de estos organismos es, según los investigadores, muy lenta. «A la mortalidad de un año concreto se observa también la del año anterior y, por tanto, 2022 presenta una mortalidad acumulada de todos los años pasados», subraya Graciel·la Rovira, que es miembro del departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB y el IRBio.

 

Punto de no retorno

Hasta ahora, las poblaciones de P. clavata en esta pequeña reserva marina habían resistido las olas de calor de años anteriores mejor que otras poblaciones del Mediterráneo. Esta resiliencia había hecho pensar a los investigadores que estas colonias se podían considerar un refugio climático. «Los impactos documentados en este estudio muestran un futuro preocupante de las poblaciones de P. clavata en todo el Mediterráneo, y eso sugiere que la resiliencia de esta especie podría no ser suficiente para mantener sus poblaciones en el escenario de calentamiento que se prevee», destacan los investigadores.

Además, estos resultados tienen importantes implicaciones más allá de la supervivencia de la propia especie. «Como P. clavata es una especie formadora de hábitat —proporcionan hábitat a otras especies, es decir, la usan, por ejemplo, como refugio—, su desaparición podría suponer un fuerte impacto sobre la biodiversidad y el funcionamiento de estos ecosistemas», destaca Graciel·la Rovira.

Esta situación crítica hace que, incluso aplicando medidas para reducir «todo el impacto que se pueda» en el área protegida, los investigadores se muestran pesimistas sobre la posibilidad de recuperación de la especie. «La mortalidad tan elevada, sin precedentes, y junto con los escenarios que se prevén de cambio climático, hacen que probablemente estas poblaciones se encuentren en un punto de no retorno», concluye Rovira.

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