Un brote de la enfermedad de pérdida de tejido del coral duro (SCTLD por sus siglas en inglés) ha provocado tasas de mortalidad que alcanzan el 94% entre algunas especies de coral en el Caribe mexicano, según estudios realizados a lo largo de 450 kilómetros de arrecifes.
Los resultados, publicados en Communications Biology, de Nature, ponen de manifiesto la necesidad de intervenciones humanas para evitar la extinción de algunas especies de coral en esta región.
Esta enfermedad se identificó por primera vez en el Estado de Florida, Estados Unidos, en 2014 y desde entonces se ha extendido por todo el Caribe. Investigaciones anteriores han descubierto que la enfermedad puede matar a los corales infectados en cuestión de semanas; sin embargo, antes de este estudio, no estaban claros los impactos regionales ni el alcance de la disminución de la población.
El Dr. Lorenzo Álvarez Filip -académico de la Unidad de Sistemas Arrecifales del ICML-UNAM- y colegas, analizaron 35 sitios entre 2016 y 2017 (antes de que la enfermedad llegara al Caribe mexicano) y 101 sitios entre julio de 2018 y enero de 2020 (después de que la enfermedad llegara a la región).
Los autores descubrieron que, de las 29,095 colonias de coral estudiadas tras el brote en el Caribe mexicano, el 17% ya estaban muertas y un 10% adicional estaba afectado por la enfermedad. De las 48 especies estudiadas, las tasas de mortalidad de las 21 afectadas por la enfermedad oscilaban entre menos del 10% y el 94%.
Las especies pertenecientes a los grupos de coral laberinto y coral cerebro fueron las más afectadas, y las especies de coral laberinto y el coral pilar Dendrogyra cylindrus experimentaron pérdidas de población superiores al 80%. Estas cifras indican que algunas especies están en peligro de extinción en la región y los autores sugieren que la pérdida de especies constructoras de arrecifes podría
perjudicar su capacidad para hacer frente a los cambios ambientales.

El patrón espacial de los arrecifes afectados sugiere que las presiones antropogénicas (causadas por el hombre) en forma de desarrollo costero modulan la vulnerabilidad de las comunidades coralinas ante la enfermedad, ya que los sitios cercanos a estas zonas estaban considerablemente más afectados que los de las regiones aisladas. Por lo tanto, la contención de las presiones antropogénicas podría proporcionar cierto grado de protección.
Además de las pérdidas en las poblaciones de corales, los investigadores observaron una reducción del 30% en la capacidad de las comunidades coralinas para producir carbonato de calcio, el material
necesario para fabricar las complejas estructuras tridimensionales de los arrecifes de coral. Proponen que esto podría provocar que las estructuras de los arrecifes se destruyan más rápido de
lo que se producen.
Los autores concluyen que la enfermedad de pérdida de tejido del coral duro, podría convertirse en la perturbación más mortífera jamás registrada en el Caribe, y advierten que es probable que se necesiten intervenciones humanas, como el rescate de colonias de especie vulnerables, la conservación de su material genético y la aplicación de medidas de restauración, para facilitar la
recuperación de los arrecifes y evitar la extinción de algunas especies en toda la región.
Fuente: Universidad Nacional de México