El Montaña de los Pirineos

Perro Montaña de los Pirineos

 

Historia de la raza

Introducción

Las evidencias arqueológicas indican que las poblaciones locales de perros prehistóricos diferían unas de otras y que existían diferentes variedades hace ya unos 5000 años. Sin embargo, siempre que tratamos de introducirnos en la investigación de los orígenes de una determinada raza, encontramos distintas hipótesis que pretenden justificar estos orígenes. Muchas veces estas hipótesis difieren considerablemente porque no se dispone de documentos arqueológicos o históricos suficientes que permitan reconstruir la diversificación del perro desde que se separó de su único antecesor: el Canis lupus. Además, los documentos recopilados con anterioridad a la mitad del siglo XIX son tan incompletos e inexactos que cualquiera puede demostrar lo que quiera respecto a la ascendencia de una determinada raza. Si a esto añadimos, que la raza objeto de estudio está relacionada con una de las actividades más antiguas que ha desarrollado el género humano como es la ganadería, el hándicap es mucho mayor.

No obstante, hasta que no obtengamos un número suficiente de marcadores del ADN de razas afines para compararlos entre sí, no podremos probar científicamente las relaciones existentes entre ellas. Mientras, lo que si podemos hacer es intentar, -a través del estudio de los movimientos migratorios, comerciales o de conquista de los distintos pueblos de la antigüedad-, elaborar una serie de hipótesis que contengan unos razonamientos lógicos que relacionen a estos pueblos y las actividades que presumiblemente desarrollaban de manera preferente, -como era la ganadería-, con los elementos de que se servían para optimizar los resultados de estas actividades. Uno de esos elementos destinados a optimizar la actividad ganadera era y es, sin lugar a dudas, el Perro.

 

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La raza en la Edad Antigua

Las migraciones pre-indoeuropeas

Presumiblemente hacia el cuarto milenio aC, tuvieron lugar unas migraciones procedentes del sur-oeste asiático que se extendieron a lo largo de Europa occidental. Estas migraciones se realizarían en períodos muy largos de tiempo y tomarían distintas direcciones. Así, un pueblo de raza caucásica llegarían hasta la cordillera Pirenaica y se establecería en sus dos vertientes. Hay estudios de tipo biológico, botánico, faunístico y antropológico, además de topónimos de origen vascoide -extendidos en buena parte de la cordillera-, que indican que esas gentes fueron los predecesores del pueblo Vasco, (es significativo que en la comarca catalana de la Cerdanya exista actualmente un pueblo llamado Ur, cuyo nombre ya lo encontramos en el territorio Sumerio 5000 años aC.). Estas gentes irían acompañadas de sus rebaños, -una de sus pocas fuentes de subsistencia-, y acompañando a estos, unos grandes perros para protegerlos de la gran abundancia de depredadores existentes entonces. Con el paso del tiempo, el hábitat, el clima, la alimentación, el trabajo y las necesidades del hombre, fueron moldeando aquel perro hasta convertirlo en el perro que conocemos en la actualidad. Existen razones para creer que el actual Perro de Montaña de los Pirineos, no difiere mucho del que existía en aquellos remotos tiempos. Si tenemos en cuenta el gran parecido que tiene con otras razas esparcidas por el resto de Europa, como el Pastor del Trata en Polonia, el Kuvasz en Hungría, el Maremmano-Abrucés en Italia y el Pastor Eslovaco en Eslovaquia, y la gran distancia que las separa, podemos aventurar que todas estas razas procederían de un tronco primigenio común, cuyas pequeñas diferencias morfológicas actuales serían debidas a diversos criterios de selección derivados de sus distintas ubicaciones geográficas.

Las otras hipótesis

Hay otras hipótesis que hablan sobre la procedencia y los ancestros de las razas de perros de montaña:

Una de ellas defiende que sería el moloso de Asiria, el que sería su predecesor, incluso antes que el Mastín del Tibet, y que llegaría a Occidente con los Gálatas (la Galacia era una región de Asia Menor ocupada por los Gálatas 278 años aC.) que lo utilizarían para la guarda y sobretodo para la caza.
Otra conjetura sugiere que serían las invasiones Arianas que traerían consigo al Mastín del Tibet allá por los años 1000 y 500 aC., y lo usarían para la guarda, la caza y como animal de tiro y de él derivarían las actuales razas de perros de montaña.
Otra versión supone que sería Alejandro El Grande el que lo traería de la India, esparciéndose por Europa a través de los colonizadores romanos y comerciantes fenicios.
Asimismo, en las altas planicies de Anatolia, situadas entre 700 y 1000 metros de altura, también se encuentran unos perros con unas características similares a la de nuestro perro pirenaico, que habrían podido llegar a Europa de manos de los invasores otomanos…. En fin, todo son conjeturas e hipótesis que con la información que poseemos en la actualidad es imposible demostrar.

Sea como fuere la llegada de los antecesores del Gran Pirenaico (nombre por el que también se le conoce) a la cordillera que le da nombre, parece ser que, -teniendo en cuenta que nuestro perro es realmente un lupo-molosoide-, no es descabellada la idea que sostiene que los orígenes de su identidad racial, podrían buscarse en el cruce de los lobos de las altas llanuras asiáticas con los Mastines del Tibet u otros perros de características parecidas.

Testimonio

Lo que sí parece incuestionable es que los perros de protección de rebaños han sido usados desde tiempos inmemoriales. Como muestra, veamos lo que escribió Varron, autor latino que vivió en el I siglo aC., en su tratado de economía rural «De re rustica» en el año 37 aC:

 

Babus Bib alauxar

 

«El perro es indispensable para aquellos que crían animales de lana. Él es el guardián del ganado en general pero es el defensor natural de las ovejas y de las cabras. El lobo las acecha sin cesar y nosotros le oponemos los perros»….»En cuanto a su aspecto exterior, escoger los que estén bien formados, de talla grande, con los ojos negros o rojizos, la nariz del mismo color, los labios rojos tirando a negros, ni demasiado recogidos, ni demasiado colgantes»….» Es igualmente esencial que los perros tengan la cabeza fuerte, las orejas largas y flexibles, el cuello ancho y corto, los muslos derechos y vueltos más hacia dentro que hacia fuera, las piernas anchas, los dedos distanciados, las uñas duras y encorvadas, la espina dorsal ni saliente ni convexa, la cola espesa, la voz sonora, el hocico bien partido y el pelo blanco de preferencia con el fin de que se pueda distinguir fácilmente de los animales salvajes durante la noche».

Es significativo el hecho de que el perro que nos relata Varron, hace ya más de 2000 años, se ajusta casi a la perfección, con solamente muy pequeñas variaciones, a los perros de Montaña que hemos citado anteriormente, lo cual es una prueba inequívoca e irrefutable de la antigüedad de estas razas.

La raza en la Edad Media

La literatura que hemos podido encontrar en relación con las actividades pastoriles data del siglo XII, pero en ella solamente figuran los tratados y concesiones que establecían los dueños de los rebaños con los señores feudales, amos de los pastos de montaña. Concretamente, los rebaños que pertenecían a los Monasterios de Santes Creus y Poblet en Catalunya, subían cada verano a las comarcas pirenaicas del Ripollés, la Cerdanya, el Conflent y a los pastos del Pas de la Casa situados en el alto Ariege, en Andorra.

Sin embargo, hay razones lógicas que nos hacen pensar que el Perro de Montaña o Mastín (nombre genérico que desde siempre, también se ha dado a estos grandes perros) no se separó de los rebaños que apacentaban durante el verano en los ricos pastos de altura de la cordillera Pirenaica, debido a la abundancia de depredadores, básicamente lobos y osos.

La raza en la Edad Moderna

A principios del siglo XVI, el Mastín o Perro de Montaña fue llevado por los pescadores vascos a Terranova. Allí serían cruzados con los retrievers negros importados por los emigrantes ingleses y fruto de estas uniones se originaría la raza de Terranova.

A finales del siglo XVI, el célebre agrónomo Olivier de Serres, en su libro «Théâtre Agriculture et Mesnage des champs», describe dos variedades de grandes perros en los Pirineos: los unos de tonos oscuros para la guarda de las casas, los otros de color blanco para la guarda de los rebaños. Quedó fuertemente impresionado por su elevada estatura, su cabeza masiva, la suavidad de su pelo y su fuerte voz. Él insiste también sobre la aptitud de estos perros para la guarda de los rebaños y su defensa contra los depredadores, osos y lobos muy numerosos en aquélla época.

Fray Miguel Agustín, prior del Temple que vivió entre 1560 y 1630, publicó en 1617 en lengua catalana (apareciendo la primera edición en castellano en 1622), un libro al que llamó «Libro de los secretos de la agricultura, casa de campo y pastoril». En él nos da las razones por las que los pastores prefieren los cachorros blancos, incluso llegando a sacrificar los nacidos muy manchados de color. Cuenta el fraile: «Los perros del ganado de lana no deben ser tan grandes ni tan pesados como aquellos de la guarda de la casa, sino fuertes y robustos y prontos y ligeros para combatir y pelear y para correr, porque ellos han de hacer guarda y centinela contra los lobos, y darles caza si se llevan alguna res… Conviene que sean blancos, para que el pastor los pueda fácilmente ver cuando corren tras el lobo y para conocerlos a la tarde y a la mañana».

Fué a partir del siglo XVII cuando el Gran Pirenaico empezó a ser conocido fuera de su hábitat natural. Concretamente en el año 1675 el Delfín de Francia de 6 años de edad se enamoró de un bello ejemplar de ocho meses de edad y se lo llevó a la corte de Versalles. A partir de entonces todo aristócrata que se preciara quería tener un «Patou» (nombre cariñoso que presumiblemente se le dio a partir de entonces). Más tarde, durante la revolución francesa el Patou tuvo sus peores horas, en tanto que era uno de los símbolos de una nobleza arrogante.

La raza en la edad contemporánea

Estos perros también eran conocidos como perros de pastor, a los que se daba el nombre de perros «de aprisco o majada» o perros «de redil». Es en el año 1807 que Labouliniere, en su anuario estadístico sobre el departamento de los Altos Pirineos, da a estos perros el nombre de Perros de los Pirineos.

A mediados del siglo XIX, la raza aún no estaba homogeneizada. Si hacemos caso del artículo aparecido el 20 de Febrero de 1874 en la revista «Acclimatation» y escrito por el experto cinófilo Kermadec, leemos:

«Existen en los Pirineos varios tipos de grandes perros, llamados Perros de Montaña y entre otras, dos variedades bien distintas:

* Una, que podríamos designar con el nombre de «Perro de los Pirineos Occidentales», particularmente difundida en los alrededores de Bagneres-de-Bigorre; tiene el hocico grueso, los labios colgantes, las orejas redondeadas, el pelaje un poco crespo blanco y negro, parece ser en gran parte la cepa de grandes perros designados con el nombre de Perros de Terra-Nova, muy difundidos en toda Francia.

* El segundo tipo es el «Perro de los Pirineos Orientales», es grande, de forma muy esbelta, el hocico afilado, las orejas puntiagudas y caídas, el pelaje suave, sedoso y abundante, de un blanco nieve con manchas gris claro o café con leche; generalmente estas manchas existen sobre las orejas y la cara. En este último caso hay una banda negruzca alrededor de los ojos. A menudo también es enteramente blanco…Estaba extendido en otro tiempo en la parte de los Pirineos que lindan el departamento de «Ariege» con la república de Andorra, pero parece ser que actualmente es muy raro, si no está completamente extinguido. Puede ser que aún exista en las Montañas de España».

Otros autores evocan la posibilidad de que el «Perro de los Pirineos Orientales» también fuera conocido com el «Moloso de Ariege», pero faltándonos suficiente información lo hemos de dejar como una simple conjetura.

La verdadera propagación del Perro de los Pirineos fuera de sus montañas se desarrolla en el siglo XIX con el nacimiento del Romanticismo. Estos grandes perros, primero apreciados por su belleza y su prestancia, y después por sus cualidades temperamentales innatas, inexorablemente ganaron el resto de Europa y América en donde fueron introducidos por el general Lafayette en el año 1824. En Australia fueron introducidos en 1843 para guardar los rebaños en una explotación de Hamilton.

Hacia finales del siglo XIX y principios del XX debido a la disminución de depredadores en los Pirineos, los pastores de ambas vertientes de la cordillera prestaron menos importancia a su función de protector de rebaños y tuvo lugar una importante regresión de ejemplares. No obstante, a pesar de ello fueron muchas las explotaciones, tanto españolas como francesas, que siguieron manteniéndolo como guardián. Valga como ejemplo el del Mas de San Vicente en Benabarre (Huesca), cuyos propietarios, -nacidos a principios del siglo XX-, Dª María de Piniés y su esposo D. Joaquín, relataron en 1995 a miembros del Club Español del Perro de Montaña de los Pirineos que les visitaron:

«Siempre ha habido Perros de Montaña de los Pirineos en esta casa, antes de nacer yo ya los había»…»En el siglo pasado hubo una invasión de lobos por aquí y trajeron estos perros desde Gistaïn (valle y pueblecito aragonés situado en el Pirineo axial) y aquí están desde entonces. Esta casa es el único sitio en toda la zona donde ha habido y hay perros de estos, aunque antes los llamábamos Mastines»…..»Seleccionábamos los que estaban manchados en gris, porque nos gustaban más que los manchados en negro que venían de Francia»

En el año 2002, se ha iniciado una nueva fase de entrega de cachorros con líneas genéticas no provenientes de trabajo en rebaños. Esto supone todo un reto y será, sin lugar a dudas, la prueba inequívoca de que el Perro de Montaña de los Pirineos, ha conservado en su genoma las aptitudes naturales ancestrales que configuraron desde sus inicios su razón de ser.

También en el año 2002, ha arrancado en Francia un nueva iniciativa: el «Programa de Restauración y de Conservación del Oso en los Pirineos», auspiciado por la Dirección Regional del Medio Ambiente de Midi-Pyrénées, donde, -además de figurar una serie de medidas de ayuda económica y logística-, prevé la entrega y puesta a punto gratuita, de Perros de Montaña de los Pirineos a los ganaderos y apicultores cuyas explotaciones corran riesgo de predación.

Las cifras de Perros de Montaña de los Pirineos destinados a la protección de rebaños, se prevé que irá en aumento, no sólo para hacer frente a los zorros, perros asilvestrados y osos, sino también, para prevenir los ataques de los lobos que en un futuro no muy lejano volverán a colonizar la cordillera Pirenaica.

Por otra parte, son numerosas las explotaciones ganaderas en América del Norte, Israel, Noruega y Finlandia que actualmente se ven favorecidas con la guarda y protección de estos grandes pirenaicos. Incluso en Japón se estima que el censo actual es de unos 15.000 ejemplares, dedicados básicamente al solaz de familias y cuidado de propiedades.

Sin embargo, a pesar de la reintroducción en los rebaños de este bello y carismático can, la inmensa mayoría de nacimientos que se producen en la actualidad, van destinados a la compañía, guarda y protección de las familias que tienen el privilegio de descubrirlo y disfrutarlo. Alguien dijo un día que: «Es una de las razas más antiguas del mundo y la más bella de todas».

El Carácter

Fundamentalmente es el de un perro de guarda, muy equilibrado, noble, inteligente, desconfiado, insobornable y muy observador, que se adapta con facilidad a las costumbres de la casa donde vive. No es nervioso ni agresivo. No tiene predisposición a morder, sino que se impone por su gran poder de disuasión debido a su fortaleza física y su gran seguridad en sí mismo, sin emplear ni un ápice de violencia superflua. Esto lo convierte en un animal muy adecuado para aquellas personas sin experiencia en educar perros grandes, ya que un animal de esta corpulencia, pendenciero y provocador, se convertiría en un grave problema.

Uno de los rasgos más característicos de su carácter es que no es un perro «soldado», que espera las órdenes de su amo para ejecutarlas con celeridad y prontitud. Más bien al contrario, obedece cuando considera que no tiene cosas más importantes que hacer y porque actuando así, complace a su dueño y no, para acatar las órdenes ciegamente. Tampoco es un perro que nos pida constantemente caricias, mimos o lisonjas, pero no duda en demostrarnos su amor, afecto y ternura cuando lo considera oportuno. Es por estas razones que se le atribuye un carácter independiente, lo cual no quiere decir, bajo ningún concepto, que no sienta un verdadero y extraordinario apego, cariño y dependencia hacia los suyos.

Según opinión de diferentes etólogos es un perro extremadamente reflexivo, de manera que interpone la reflexión a la acción; observa, evalúa la problemática y reacciona en función de ésta, sin mediar ninguna orden de su dueño. El instinto de guarda y defensa lo tiene fijado en su genoma gracias a miles de años desarrollando esta actividad.

Es por ello que no hace falta adiestrarlo para guardar o vigilar. Solamente es necesaria una socialización o impronta para conseguir que el perro entienda que la familia a proteger son los animales del rebaño, -en el caso que vaya destinado a la guarda y protección de rebaños-, o las personas -cuando su destino sea para solaz, deleite, cuidado y protección de personas-. En ambos casos los guarda y defiende por encima de todo, sin abandonarlos nunca, manteniendo la fidelidad a sus protegidos, al dueño y a las personas que le rodean. Sobre todo es muy tolerante con los niños, hasta el punto que si lo molestan en exceso, no gruñe, sino que gime y se aparta de ellos.

Sin embargo, tal como hemos dicho al principio, es un perro de guarda y se enfrenta con coraje y extraordinaria valentía a los extraños, dando llegado el caso, su vida por defender a los suyos.

Estándar

Estándar FCI nº 137/02.04.2001/F
Origen: Francia
Fecha de publicación del Estándar: 13 de Marzo de 2001.
Utilización: Perro de protección de rebaños en montaña.

Clasificación F.C.I.: Grupo 2. Perros de tipo Pinscher y Schnauzer, Molosoides, Perros de Montaña, y de Bouviers Suizos.

Breve resumen histórico

Presente en los Pirineos desde tiempos inmemoriales, conocido en la Edad Media y utilizado como guardián de Castillos. Es mencionado por Gastón Phoebus en el siglo XIV. Apreciado como perro de compañía en el siglo XVII, conoció la gloria en la corte de Luis XIV. La primera descripción detallada de este perro data de 1897, en el libro del Conde de Bylandt. Diez años después se crearon los primeros clubes de raza, y en 1923 la «Reunión des Amateurs de Chiens Pyrénéens», por iniciativa de M. Bernard Sénac-Lagrange, registró el Estándar oficial ante Sociedad Central Canina El Estándar actual es, sin embargo, muy parecido al Estándar elaborado en 1923, siendo sólo precisiones lo que se han incorporado.

Aspecto General

Perro de gran talla, imponente y de fuerte esqueleto, sin estar desprovisto, no obstante de cierta elegancia.

Proporciones importantes

– La anchura máxima del cráneo es igual a su longitud.
– El hocico es ligeramente más corto que el cráneo.
– La longitud del cuerpo desde la punta del hombro hasta la punta del anca, es ligeramente superior de la altura a la cruz del perro.
– La altura del pecho es igual o ligeramente inferior a la mitad de la altura a la cruz.

Comportamiento y carácter
Utilizado para garantizar la protección de los rebaños contra los ataques de los depredadores, su selección se ha centrado sobre sus aptitudes para la guarda y la disuasión y su apego con la manada.
Las principales cualidades que resultan son la fuerza y la agilidad, así como la dulzura y el apego a los que protege.
Este perro de protección tiene una propensión a la independencia y un sentido de la iniciativa que requiere, por parte de su propietario, una cierta autoridad.

Cabeza 

No debe ser muy grande en relación con la talla del perro. Los lados de la cabeza serán más bien planos.

Región Craneal

  • Cráneo:La anchura máxima del cráneo es igual a su longitud; el cráneo es ligeramente abombado. La cresta occipital debe ser aparente, lo que le da al cráneo su aspecto ojival en su parte posterior. Las arcadas sobre las cejas no tienen que marcarse. El surco mediano entre los ojos es apenas perceptible al tocarlo.
  • Stop: Tiene que ser en dulce pendiente.

Región Facial

  • Trufa: Es enteramente negra.
  • Hocico:Es ancho, ligeramente más corto que el cráneo, adelgazando progresivamente cerca de su extremo. Visto desde arriba tiene la forma de V con la punta truncada. El hocico tiene que estar lleno debajo de los ojos, sin depresión.
  • Labios: Cuelgan poco y deben cubrir justo la mandíbula inferior. Son negros o muy manchados de negro, así como el paladar.
  • Mandíbulas y dientes: La dentadura debe ser completa, los dientes blancos y sanos. El cierre debe ser en tijera (los incisivos superiores recubren los incisivos inferiores sin perder el contacto). El cierre en tenaza, así como que los dos incisivos centrales inferiores basculen hacia delante, están admitidos.
  • Ojos: Deben ser más bien pequeños, de forma almendrada, ligeramente oblicuos, de expresión inteligente, contemplativa y de color castaño ambarino. Los párpados no deben estar nunca sueltos, los cuales están bordeados de negro. La mirada es dulce y soñadora.
  • Orejas: Implantadas al mismo nivel de los ojos, más bien pequeñas, de forma triangular, deben redondearse en su punta y caer planas a ambos lados de la cabeza. Cuando el perro se muestra atento debe llevarlas algo más altas.
  • Cuello: Fuerte, más bien corto y con la papada poco desarrollada.

Tronco

  • Cuerpo: La longitud del cuerpo desde la punta de los hombros a la punta de las ancas es ligeramente superior a la altura del perro a la cruz.
  • Parte superior: Tiene que ser firme.
  • Cruz: Ancha.
  • Dorso: De buena longitud y sólido. Riñones: De longitud mediana.
  • Grupa: Ligeramente oblicua, con las ancas más bien prominentes.
  • Ijadas: Poco descendidas.
  • Pecho: No demasiado bajo, paro ancho y largo. Desciende al nivel del codo, no más bajo, su altura es igual o ligeramente inferior a la mitad de la altura del perro a la cruz, Las costillas son ligeramente redondeadas. La distancia entre el suelo y el esternón es, por lo menos, igual a la mitad de la altura del perro a la cruz.
  • Cola: La longitud de la cola estirada debe llegar, al menos, a la punta de los corvejones. Larga y tupida. En reposo debe llevarla baja con su extremo, preferentemente en forma de gancho. En estado de alerta debe recogerla sobre el dorso, tocando

Extremidades

Miembros Anteriores

Son rectos, aplomados y fuertes.

  • Hombros: Tienen que ser medianamente oblicuos.
  • Brazo: Musculado y de longitud media.
  • Antebrazo: Derecho, fuerte y con flecos.
  • Carpo: El puño tiene que estar en la prolongación del antebrazo.
  • Metacarpo: Ligeramente oblicuo.
  • Pies: No deben ser muy largos, pero sí compactos, con los dedos un poco arqueados.

Articulaciones posteriores

Presentan flecos más largos y más tupidos que los anteriores. Vistos desde detrás, son perpendiculares al suelo.

  • Muslos: Tienen que estar musculados, no demasiado largos y medianamente oblicuos «perneados».
  • Rodillas: Medianamente anguladas y en el eje del cuerpo.
  • Piernas: De longitud mediana y fuerte.
  • Jarretes: Largos, secos y medianamente acodados.
  • Espolones: Cada una de las extremidades posteriores debe presentar un doble espolón totalmente formado. Las extremidades anteriores presentan, algunas veces espolones simples o dobles.

Movimiento 

El movimiento del perro, a pesar de su talla, debe ser fácil, sin apariencia de pesadez, es decir, muy elegante. El paso es más amplio que rápido y corto. Sus angulaciones deben permitir llevar una marcha sostenida.

Piel

Gruesa y flexible, presenta, normalmente manchas de pigmentación sobre todo el cuerpo.

Capa

  • Pelo: El pelo debe ser espeso, liso, bastante largo y flexible. En la cola y en el cuello será más largo, incluso ligeramente ondulado. La cara posterior de los muslos debe presentar faldones muy tupidos de pelo más fino y lanoso. El subpelo es igualmente tupido.
  • Color: El mando debe de ser de color blanco o blanco con manchas grises (pelo de tejón), amarillo pálido, de color lobuno o naranja, en la cabeza, orejas y nacimiento de la cola. Algunos ejemplares presentan manchas en el cuerpo. Las manchas de color tejón son las más apreciadas.

Talla

  • Machos: 70 a 80 cm. a la cruz.
  • Hembras: 65 a 75 cm. a la cruz.

En los ejemplares perfectamente proporcionados se tolera que puedan superar la altura máxima en dos centímetros.

Defectos

Toda desviación a lo anteriormente descrito es considerada un defecto que será penalizado en función de su gravedad.

  • Aspecto general: Pesado, desgarbado y sin distinción. Perro gordo, sin energía y linfático.
  • Cabeza: Cabeza pesada, de forma rectangular, cráneo demasiado ancho y frente abombada, stop muy marcado o inexistente, labios descendidos formando belfo, pigmentación insuficiente en la trufa, en el borde de los párpados y en los labios.
  • Ojos: Redondos, claros, hundidos o prominentes, demasiado grandes o pequeños, demasiado juntos o separados. El tercer párpado visible. Expresión dura.
  • Orejas: Anchas, largas, mariposadas, plegadas. Implantadas muy altas o muy traseras.
  • Cuello: Delgado, débil, un poco largo o, por el contrario, demasiado corto, dando la impresión de que la cabeza está en los hombros. La papada muy pronunciada.
  • Cuerpo: Dorso ensillado o encarpado. Vientre agalgado o caído.
  • Pecho: Demasiado ancho o demasiado estrecho. Lados planos o, por el contrario, en tonel.
  • Cola: Cola poco poblada o mal llevada, muy corta o demasiado larga, sin penacho, que no se enrosca cuando el animal está en acción o que está permanentemente enroscada, incluso en reposo.
  • Miembros anteriores: Miembros zambos o en tonel. Ángulo escápulo-humeral demasiado abierto.
  • Miembros posteriores: Miembros zambos o en tonel. Corvejones rectos.
  • Pies: Largos y planos.
  • Pelo: Pelo corto u ondulado, sedoso o suave, ausencia de subpelo.

Defectos eliminatorios

  • Color: Otros colores que los indicados en el estándar.
  • Trufa: De un color que no sea negro.
  • Mandíbulas: Prognatismo superior o inferior, o cualquier malformación de las mandibulas.
  • Ojos: Párpados roñosos, tiñosos, ojos amarillos.
  • Espolones: Ausencia de espolones, espolón simple o espolón doble atrofiado en los posteriores.
  • Talla: Fuera de límites.

NOTA: Los machos deben tener dos testículos de apariencia normal, completamente descendidos en el escroto.

 

Autor: Club Español del Perro Montaña de los Pirineos    Web: www.cepmp.com

 

 

Revisado 19 Agosto 2023 Publicado: 25 Ene 2014  

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