Los pequeños camarones del género Hippolyte tienen la capacidad de cambiar de color para camuflarse entre las algas donde viven para escapar de sus predadores. Según la especie de las algas que los rodean, pueden ponerse rojos, verdes, marrones o transparentes.
Un estudio publicado en el Journal of Animal Ecology muestra por primera vez la interacción de estos crustáceos con algas invasoras. Los resultados indicaron también que los mismos pueden camuflarse incluso entre algas marinas provenientes de otros océanos con las cuales no evolucionaron conjuntamente.
Los autores, vinculados a la Universidad Federal del ABC (en el estado de São Paulo, Brasil) y a la Universidad de Exeter (en el Reino Unido), verificaron de qué manera la especie que vive en playas europeas, que es el camarón camaleón (Hippolyte varians), interactúa con dos algas exóticas, una de Asia y la otra de Australia.
La especie europea, que mide alrededor de 3 centímetros de largo, es evolutivamente cercana al camarón carnavalesco (Hippolyte obliquimanus), común en el litoral norte de São Paulo.
“Cuando el camarón camaleón se depara con dos algas distintas, no le importa cuál es autóctona y cual es exótica: opta por aquella que le ofrece el mejor ajuste de colores como para que pueda esconderse”, informa Rafael Duarte, autor principal del estudio, realizado durante su posdoctorado en el Centro de Ciencias Naturales y Humanas (CCNH) de la UFABC con beca de la FAPESP.
Las recolecciones y los experimentos se concretaron durante una pasantía que Duarte realizó en la Universidad de Exeter bajo la supervisión de Martin Stevens, coautor del artículo.
Los investigadores recolectaron los camarones y las algas en donde vivían, en charcas formadas por la marea en las rocas, en dos playas de Falmouth, en el sudoeste de Gran Bretaña.
En el laboratorio, se disponía a los animales en cubetas donde tenían a disposición dos algas para esconderse, una nativa y la otra exótica. Se pusieron a prueba combinaciones de dos de las cuatro especies analizadas, siempre una autóctona (verde o roja) y una exótica (marrón o rosa).
“La especie marrón es un sargazo asiático que ha expandido su presencia durante los últimos diez años y ha venido causando problemas en diversos lugares de Europa. Ocupa el hábitat de las especies nativas, que están restringiéndose a las áreas más profundas. No obstante, se ha mostrado como un excelente escondrijo para los camarones”, comenta Duarte, actualmente investigador en la Universidad de Aveiro, en Portugal.
La complejidad en lugar del color
En las cubetas en forma de Y, los camarones eran observados durante diez minutos. En la mayoría de los casos, los animales optaban por una de las dos algas que se les ofrecían y allí se quedaron hasta el final del experimento.
En general, la elección no se inclinó por las algas nativas, sino por aquéllas en donde podrían esconderse mejor. Cuando se deparaban con algas nativas verdes y con los sargazos exóticos de coloración marrón, los camarones verdes no mostraron una predilección.
Con todo, cuando se encontraban con las algas nativas rojas y con las algas exóticas marrones, los camarones optaban por los sargazos castaños. Los investigadores estiman que cuando no existe una correspondencia de color con las algas autóctonas, la estructura de las plantas invasoras funciona mejor como protección y favorece su elección.
“Mientras que las algas nativas verdes son bastante frondosas y aplanadas, los sargazos poseen una estructura tridimensional más compleja, como la de los helechos. En la naturaleza, esto probablemente facilita el hecho de que se protejan mejor allí contra los predadores, aun cuando los colores no coincidan del todo”, señala Duarte.
Además, según añade el investigador, las algas nativas verdes son bastante estacionales. Durante los períodos de tiempo en los cuales no se encuentran tan disponible, los camarones pueden valerse de los sargazos, que son más estables en el transcurso del año.
Los camarones camaleón tardan hasta 30 días para quedar del mismo color que las algas. Los investigadores observaron que este cambio de color es más rápido cuando va del rojo al verde que en el camino inverso. La hipótesis más probable de ello radica en los pigmentos existentes dentro de las células que les imprimen su color a los animales, los cromatóforos.
Los trabajos sobre la pigmentación realizados por otros grupos de investigación muestran que los animales de coloración roja poseen todos los pigmentos necesarios en los cromatóforos: solamente necesitan librarse de los otros colores para cambiar su coloración.
Pero cuando se trata de los animales verdes, para cambiar de color deben adquirir el pigmento rojo, lo que requiere más tiempo y más energía del organismo. Entre los camarones camaleón, los científicos estiman que deben comer algas rojas o rosas para adquirir los pigmentos de esos colores.
No obstante, diversas preguntas aún persisten al respecto de esta compleja interacción. Una de ellas tiene que ver con la forma en que los camarones reconocen a las algas. Otros estudios mostraron que el formato de las algas es importante, aunque no es seguro que la elección sea visual. Por eso el grupo ahora está investigando si las algas poseen señales químicas que los crustáceos puedan detectar, y si la presencia de contaminantes en el agua puede alterar esta percepción.
“Si bien la interacción con las algas exóticas parece que no está perjudicando la capacidad de camuflaje de la especie, no sabemos qué impacto tendrá la presencia de estas especies invasoras a largo plazo. Las especies invasoras les causan grandes daños a los ecosistemas en todo el mundo. Es necesario monitorearlas para entender mejor estas relaciones”, culmina diciendo.
Fuente: Dycit