Diario de un perro

Perro abandonado

 

Prólogo

por Antonia Villalba

Este diario anónimo es la cruda realidad de cómo terminan algunos perros no deseados, otros consiguen que alguien les recoja y van a parar a una protectora, esperando, quizás que con algo de suerte alguien les adopte.

Sí alguna vez deseáis tened un perro, un gato, o cualquier otro animal de compañía, por favor pararos un momento y pensad sí realmente estáis preparado para cuidarlo y atenderle dignamente.

 

DIARIO DE UN PERRO

1a. Semana. Hoy cumplí una semana de nacido. !Qué alegría haber llegado a este mundo!

1er mes. Mi mama me cuida muy bien. Es una mama ejemplar.

2 mes. Hoy me separaron de mi mama. Ella estaba muy inquieta, y con   sus ojos me dijo adiós. Esperando que mi nueva «familia humana» me cuidara tan bien como ella lo había hecho.

4 meses. He crecido rápido; todo me llama la atención. Hay varios niños en la casa que para mi son como «hermanitos». Somos muy inquietos, ellos me jalan la cola y yo les muerdo jugando.

 

Niña con perro

 

5 meses. Hoy me regalaron. Mi ama se molesto porque me hice «pipi» adentro de la casa; pero nunca me habían dicho donde debo hacerlo. Ademas duermo en la habitación !Ya no me aguantaba!

8 meses. Soy un perro feliz. Tengo el calor de un hogar; me siento tan seguro, tan protegido. Creo que mi familia humana me quiere y me consiente mucho. Cuando estás comiendo me convidan. El patio es para mi solito y me doy  prisa escarbando, como mis antepasados los lobos, cuando esconden la comida. Nunca me educan. Ha de estar todo bien lo que hago.

12 meses. Hoy cumplí un año. Soy un perro adulto. Mis amos dicen que crecí mas de lo que ellos pensaban. Que orgullosos se deben de sentirse de mi. 13 meses. Que mal me sentí hoy. Mi «hermanito» me quito la pelota. Yo nunca agarro sus juguetes. Así que se la quite. Pero mis mandíbulas se han hecho muy fuertes, así que lo lastime  sin querer.

Después del susto, me encadenaron casi sin poderme moverme ni poder ver un rayo del sol.

Dicen que van a tenerme en observación y que soy un ingrato, después de todo lo que han hecho por mí. No entiendo nada de lo que pasa.

15 meses. Ya nada es igual… vivo en la azotea. Me siento muy solo…   mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida que tengo hambre y sed. Cuando llueve no tengo un techo dónde cobijarme.

16 meses. Hoy me bajaron de la azotea. Seguro mi familia me perdono y me puse tan contento que daba saltos de gusto. Mi rabo parecía que se me iba a salir. Encima de eso, me van a llevar con ellos de paseo. Fuimos hacia la carretera y de repente se pararon. Abrieron la puerta y yo me baje feliz creyendo que haríamos nuestro «día de campo». No comprendo  porque cerraron la puerta y se fueron. !Pero esperad! – ladré… !Se olvidan de mí.! Corrí detrás del coche con todas mis fuerzas. Mi angustia crecía al darme cuenta, que casi me desvanecía y ellos no se detendrían. Me habían abandonado y olvidado para siempre.

 

Perro abandonado

 

17 meses. He tratado en vano de buscar el camino de regreso a casa. Me siento y estoy perdido. En mi sendero hay gente de buen corazón que me ve con tristeza y me da algo de comer. Yo les agradezco con mi mirada y desde el fondo con mi alma. Yo quisiera que me adoptaran y sería leal como ninguno. Pero sólo dicen «pobre perrito», se ha de haber perdido.

18 meses. El otro día pase por una escuela y vi a muchos niños y jóvenes como mis «hermanitos». Me acerqué, y un grupo de ellos, riéndose, me lanzo una lluvia de piedras «a ver quien tenia mejor tino». Una de esas piedras me lastimo el ojo y desde entonces ya no veo con el.

19 meses. Parece mentira, cuando estaba más bonito se compadecían más de mí.

Ya estoy muy flaco; mi aspecto ha cambiado. Perdí mi ojo y la gente más bien me saca a escobazos cuando pretendo echarme en una pequeña sombra.

 

Perro abandonado

 

20 meses. Casi no puedo moverme. Hoy al tratar de cruzar la calle por  donde pasan los coches, uno me atropelló. Según yo estaba en un  lugar seguro llamado «cuneta», pero nunca olvidare la mirada de satisfacción del conductor, que hasta se ladea con tal de cogerme. Ojalá me hubiera matado, pero sólo me disloco la cadera. El dolor es terrible, mis patas traseras no me responden y con dificultades me arrastre hacia un poco de hierba a la ladera del camino. Llevo diez días bajo el sol, la lluvia, el frío, y sin comer. Ya no me puedo mover. El dolor es insoportable. Me siento muy mal, me quedé en un lugar húmedo y parece que hasta mi pelo se esta cayendo. Alguna gente pasa y ni me ve; otras dicen: «No te acerques». Ya casi   estoy inconsciente; pero alguna fuerza extraña me hizo abrir los ojos. La dulzura de su voz me hizo reaccionar. «Pobre perrito, mira como te han dejado», decía… junto a ella venía un señor de bata blanca, empezó a tocarme y dijo: «Lo siento señora, pero este perro ya no tiene remedio, es mejor que deje de sufrir.» A la gentil dama se le salieron las lagrimas y asintió. Como pude, moví el rabo y la mire agradeciéndole me ayudara a descansar. Solo sentí la inyección y me dormí para siempre, pensando en porque tuve que nacer, si nadie me quería.

Autor: Anónimo

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