Los ecosistemas marinos del Ártico siguen siendo una de las pocas aguas científicamente desconocidas. Un nuevo proyecto de investigación, dirigido por el profesor asociado Morten Tange Olsen en el Globe Institute, describe un nuevo tipo de foca anillada que habita en el fiordo helado de Ilulissat, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el oeste de Groenlandia.
El ecosistema marino del Ártico está experimentando cambios sustanciales: actualmente se está calentando a un ritmo muy superior al promedio mundial y está experimentando un aumento de las actividades antropogénicas. Sin embargo, debido a la naturaleza “oculta” inexplorada del Ártico, persisten incertidumbres sobre cómo gestionar y conservar mejor los ecosistemas marinos del Ártico y utilizar de manera sostenible sus recursos naturales.
Nuestro estudio describe un nuevo tipo de foca anillada que habita en el fiordo helado de Ilulissat, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el oeste de Groenlandia. Las focas del Icefjord se ven diferentes de otras focas anilladas: son mucho más grandes y tienen una coloración y un patrón de pelaje muy distintivos. Los cazadores locales conocen esta peculiaridad desde hace generaciones y dan un nombre especial a las focas de esta región: las llaman Kangiat (las de Kangia).
En este estudio, un equipo internacional de científicos –dirigido por investigadores del Instituto de Recursos Naturales de Groenlandia (Groenlandia) y la Universidad de Copenhague (Dinamarca)– ha adoptado un enfoque multidisciplinario, combinando secuenciación del genoma de última generación, “etiquetado” con telemetría ”, y estudios aéreos para investigar la singularidad genética, ecológica y de comportamiento de la foca anillada de Kangia.
Los datos de telemetría y reconocimiento aéreo muestran que las focas anilladas de Kangia sólo suman unos pocos miles de animales y que permanecen dentro del fiordo helado, ocurriendo en altas densidades. Estas observaciones contrastan con las de las focas anilladas del Ártico, que suelen tener una población más grande y más móvil, y normalmente se dispersan miles de kilómetros a través del Ártico en migraciones estacionales en busca de alimento.
«Nuestros datos genómicos demuestran que la foca Kangia ha estado aislada de otras focas anilladas durante más de 100 mil años y que han desarrollado genes específicos que probablemente codifican su coloración de pelaje, tamaño corporal y adaptaciones únicos a su hábitat especial», comentan desde la Universidad de Copenhague en un comunicado.
Curiosamente, aún no está claro cómo y dónde las focas anilladas de Kangia se aislaron y obtuvieron características biológicas únicas. Además, aunque nos centramos en el fiordo de hielo, hay muchos fiordos en el Ártico que potencialmente podrían albergar otros tipos especiales de focas anilladas, por lo que el estudio quizás sólo esté revelando la punta del iceberg.
La documentación de un ecotipo único de foca anillada destaca que todavía queda mucho que aprender sobre la diversidad de los organismos del Ártico y cómo se adaptan a los climas cambiantes y las actividades antropogénicas. Este conocimiento no sólo es vital para informar los esfuerzos de conservación y gestión del Ártico para proteger poblaciones y recursos naturales biológicamente únicos, sino que también tiene implicaciones más amplias para comprender los sistemas naturales y la diversidad marina no descritos científicamente en todo el mundo.