El emblemático conejo de Amami (Pentalagus furnessi), el único conejo salvaje con pelaje oscuro del mundo, desempeña un papel clave en la dispersión de semillas de la planta no fotosintética Balanophora yuwanensis, según demuestra un estudio realizado por la Universidad de Kobe (Japón) y publicado en la revista Ecology. El descubrimiento arroja luz sobre la función ecológica hasta ahora desconocida de este animal en peligro de extinción.
Pentalagus furnessi es endémico de las islas subtropicales Amami-Oshima y Tokunoshima, que forman parte del archipiélago japonés Ryukyu. El conocimiento sobre su ecología es escaso, ya que es un animal raro y nocturno que habita en bosques de gran densidad. “Estos entornos se caracterizan por una vegetación espesa y una humedad elevada”, describe Kenji Suetsugu, profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Kobe y coautor del estudio. Este mamífero “se alimenta principalmente de las hojas, tallos y cortezas de los árboles y plantas autóctonos que crecen en su hábitat”, añade.
Suetsugu lamenta la situación de peligro de extinción que le acecha: “Su población ha disminuido drásticamente a lo largo de los años, pero hay en marcha planes de conservación para protegerlo. Las poblaciones de este conejo se recuperan de forma paulatina gracias a la caza de depredadores como mangostas o gatos salvajes”, explica. Al ser endémico, solo puede encontrarse en el archipiélago de Ryukyu y ha estado separado durante mucho tiempo de otros conejos, por lo que sus cualidades evolutivas son únicas en el mundo, según destaca el profesor.
Relevancia científica y cultural
Esta especie tiene un gran valor científico “porque es un organismo modelo para estudiar la adaptación de los mamíferos a los entornos insulares”, subraya el científico nipón. Sin embargo, también tiene un enorme significado cultural e histórico para las comunidades locales, ya que forma parte de la idiosincrasia de las islas donde habita: “En los últimos años se ha convertido en un importante símbolo de la región y se utiliza para promocionar el turismo y los productos autóctonos”.
El científico apunta además que este animal es un indicador de la salud del ecosistema: “Prefiere los bosques densos de hoja perenne y su bienestar puede estar estrechamente ligado al de otras especies de la zona”, tal y como demuestra la investigación realizada en torno a la Balanophora yuwanensis. La dispersión de semillas es un proceso esencial para la evolución y la ecología de las plantas terrestres, por lo que el descubrimiento de agentes poco comunes para la dispersión de semillas tiene un interés especial.
El misterio sobre la reproducción de la Balanophora
“La Balanophora es una especie vegetal no fotosintética que carece de clorofila y obtiene sus nutrientes parasitando las raíces de los árboles cercanos”, informa Suetsugu. Por tanto, no se alimenta por medio de la fotosíntesis, sino que “depende de su planta huésped para obtener energía y carbono”. Hasta ahora, los investigadores se preguntaban cómo se dispersaban sus semillas, pero sospechaban que el conejo de Amami estaba involucrado.
En concreto, la hipótesis que planteaban era que el animal se alimentaría de la planta Balanophora yuwanensis y repartiría posteriormente sus semillas al defecar. Para confirmarlo, hicieron un estudio de campo en las áreas boscosas más densas de Amami-Oshima. Para ello, utilizaron cámaras infrarrojas y observaron que el conejo era el principal consumidor de los frutos de la planta. Además, todas las muestras fecales analizadas mostraron al menos algunas semillas viables de esta especie vegetal.
“Algunas plantas no fotosintéticas suelen sobrevivir obteniendo sus nutrientes mediante el parasitismo. Es el caso de la Balanophora, que se adhiere a una planta huésped y obtiene los nutrientes aprovechando su sistema de raíces”, comenta el profesor. El transporte eficaz de las semillas requiere que se depositen cerca de las raíces de un huésped compatible. El conejo de Amami puede facilitarlo al excavar y defecar bajo tierra en madrigueras.
La investigación resalta que las especies animales que distribuyen semillas de plantas suelen verse incentivados por los frutos carnosos de las mismas. Sin embargo, la planta B. yuwanensis produce frutos secos. Los científicos creen que el papel de los conejos se había pasado por alto porque su dieta consiste principalmente en hojas; en este caso, estos mamíferos son importantes dispersores de semillas, motivados por el tejido vegetativo de la planta.
El estudio también pone de relieve la función ecológica que desempeña el animal y sugiere que puede tener otras funciones aun por descubrir. “Proteger una especie en peligro puede conducir a la protección de otra especie amenazada”, enfatiza Suetsugu. «Su desaparición tendría un impacto negativo en la proliferación de la planta Balanophora. Las semillas no se diseminarían tan eficazmente y su población disminuiría”, concluye.
Referencia:
Suetsugu, K. et al. A non-photosynthetic plant provides the endangered Amami rabbit with vegetative tissues as a reward for seed dispersal. Ecology (2023).