Algunas personas consideran que los perros han asumido un papel similar al de los hijos en la sociedad actual, mientras que otras ven esta idea como algo cuestionable. El Papa Francisco, por ejemplo, ha calificado de egoísta que algunas personas sin hijos dediquen un afecto desmedido a sus mascotas, según explica Kubinyi. Además, ciertos estudios sugieren que los dueños de perros pueden tener una percepción más negativa de la maternidad, y que las madres con perros consideran la crianza más agotadora, lo que podría influir en su decisión de no tener más hijos. En algunos casos, incluso, la presencia de un perro puede afectar las relaciones de pareja.
Sin embargo, también se argumenta que tener un perro podría impulsar las tasas de fertilidad. Las familias con hijos suelen ser más propensas a tener perros, y algunas parejas ven a su mascota como un «ensayo» antes de formar una familia. Además, se ha observado que los hombres con perros resultan más atractivos para las mujeres, lo que podría incrementar las posibilidades de paternidad. Desde esta perspectiva, los perros no reemplazan la crianza, sino que pueden complementarla o precederla.
Los perros también desempeñan un papel importante en la socialización humana. Pasearlos, por ejemplo, incrementa las oportunidades de interacción entre personas. No obstante, ciertos problemas de comportamiento canino, como la agresividad o los ladridos excesivos, pueden dificultar estas interacciones, especialmente si el dueño depende exclusivamente de su mascota para su apoyo emocional.
Kubinyi, jefa del Departamento de Etología de la Universidad Eötvös Loránd (ELTE), plantea una teoría conocida como «la fuga del perro de compañía», que sugiere que la creciente popularidad de los perros tiene raíces biológicas evolutivas, pero ha sido intensificada por factores culturales. El instinto de cuidado y la necesidad de apoyo social son innatos en los humanos, pero, debido a la falta de relaciones humanas satisfactorias, estos impulsos se han dirigido hacia las mascotas.
En la actualidad, muchas personas experimentan una falta de apoyo para la crianza de los hijos o sienten que no tienen a nadie a quien cuidar. También hay quienes han sufrido decepciones en sus relaciones interpersonales y encuentran en los perros una fuente de consuelo y amor incondicional. La cultura moderna ha fomentado esta tendencia: proliferan los negocios de cuidado de mascotas, abundan los memes que refuerzan la idea de los perros como «hijos», y los dueños los llaman cada vez más «mamá» o «papá» de sus perros.
Para muchas personas, los perros se han convertido en sus compañeros más importantes ante la falta de relaciones humanas satisfactorias. Su comportamiento y forma de pensar, moldeados por su historia junto a los humanos, los hacen especialmente adecuados para este rol. En consecuencia, los perros son vistos como miembros de la familia, lo que influye tanto en su crianza como en su evolución. Las razas pequeñas y de hocico corto, que recuerdan a los bebés humanos, han ganado gran popularidad porque despiertan instintivamente la necesidad de cuidado en las personas. Sin embargo, estos mismos rasgos pueden traer problemas de salud, lo que a su vez refuerza la sensación de responsabilidad del dueño. No obstante, un exceso de mimos o una mala interpretación de sus necesidades pueden generar problemas de comportamiento.
Kubinyi concluye que es necesario fortalecer los sistemas de apoyo familiar y reducir el aislamiento social. Tener un perro es maravilloso cuando fomenta la conexión entre las personas en lugar de alejarlas.
Algunos investigadores ya han reconocido la importancia del estudio. El investigador de la interacción humano-animal, Hal Herzog, señala: «La teoría de la fuga de animales de compañía ofrece una nueva e importante perspectiva sobre el papel que los perros han llegado a desempeñar en la vida psicológica y social de los seres humanos».