Durante todos estos años de trabajo el seguimiento de la población osera permite descubrir una de las características más notables de la biología del oso pardo cantábrico que es el apego de las hembras reproductoras a mantenerse en las áreas de nacimiento.

Esta circunstancia hace que el  territorio donde existen hembras de oso pardo  reproductoras se incremente muy lentamente. Por tanto, constatar la reproducción en  comarcas al sur  de la cordillera Cantábrica  es muy interesante ya que evidencia que al menos, estas áreas cantábricas mantienen un incremento de la población osera estable, ya no son solamente observaciones o descubrimiento de indicios de presencia de juveniles en dispersión corriendo de una montaña para otra.

Aunque no lo parezca, estas montañas llegan hasta los dos mil metros de altura. Poco conocidas y menos estudiadas, guardan tanto en las cumbres como en los valles interesantísimos valores biológicos, incrementados ahora por la presencia estable  del oso pardo como especie reproductora.

Sin tener la espectacularidad de  los territorios agrestes del norte cantábrico, estos territorios están formados por decenas de valles y vaguadas que terminan acariciando la llanura castellana. En ellos, los bosques de robles predominan dando una cobertura de refugio y alimento a los osos.

El trabajo de FAPAS desde  que estamos en estos territorios nos está permitiendo descubrir aspectos muy interesantes del oso pardo. Desde la presencia de osos machos que proceden de la población oriental, contradiciendo los criterios de que    hay una recolonización desde la población occidental a la oriental, hasta la localización de hembras y crías que ponen de manifiesto su valor e importancia ecológica.

 

Una hembra y sus dos crías de segundo año a punto de independizarse olfatean los rastros del gran macho que persigue a la hembra. Es época de celo.

 

La comunicación olfativa entre los osos es vital para establecer relaciones entre ellos. Allá por donde pase una hembra, pasará  poco después uno o varios machos que tratarán de aparearse con ella. Cuando esto sucede en un territorio, podemos intuir que la presencia osera es ya muy estable tras estas conductas reproductoras.