Seguro que alguna vez te habrás preguntada, ¿pero por qué mi cachorro muerde tanto? Los cachorros exploran el mundo con la boca. Morder es parte del juego, la curiosidad y el aprendizaje. Sin embargo, la diferencia entre una mordida de juego y una mordida excesiva se encuentra en la intensidad: una mordida suave forma parte del comportamiento normal, mientras que una demasiado fuerte indica falta de autocontrol.
Morder es natural, la fuerza no
Morder es un acto natural para los cachorros especialmente durante los primeros meses de vida. Los cachorros exploran el mundo principalmente con la boca, del mismo modo que los bebés humanos utilizan las manos. Morder forma parte de su desarrollo normal: es una vía para jugar, conocer texturas, aliviar las molestias de la dentición y relacionarse con su entorno.
En todos los mamíferos la dentición supone un escalafón más en el crecimiento. Durante esta etapa el cachorro suele morder todo lo que está a su alcance. La presión que ejerce sobre el objeto a la hora de morder le alivia los dolores de la salida de los dientes definitivos. En el mercado podemos encontrar geles formulados para perros con ingredientes calmantes como manzanilla o aloe vera, que son seguros para aplicar en sus encías. No debemos aplicar geles de niños porque contienen flúor y es tóxico para los perros. También hay juguetes masticables que se ponen en el congelador y ayudan a reducir la inflamación y el dolor. Es muy importante que durante esta etapa el cachorro tenga sus juguetes o de lo contrario probablemente algún mueble de la casa sufrirá las consecuencias.

El fallo de la inhibición
La capacidad del cachorro para controlar Una mordida suave, sin presión, es habitual durante el juego y no supone un riesgo. En cambio, cuando el cachorro muerde con demasiada fuerza, deja marcas o provoca dolor, estamos ante una falta de autocontrol conocida como déficit de inhibición de la mordida.
Esta habilidad no es innata: se aprende progresivamente, sobre todo a través del juego con otros cachorros y de la interacción adecuada con personas. Es una parte esencial para tener una buena convivencia y se desarrolla mediante un entorno social rico y equilibrado. Cuando este aprendizaje no se completa correctamente —por separación temprana de la camada, escasa socialización o respuestas inadecuadas por parte de los humanos— el cachorro no entiende dónde está el límite. Por eso, más que castigar, es fundamental enseñar, guiar y ofrecer alternativas adecuadas para que el cachorro aprenda a regular la fuerza de su mordida y a relacionarse de forma equilibrada.
Importante: nunca castigues a tu cachorro de una forma física porque lo único que puedes conseguir con ello es que te tenga miedo.
Socialización cachorros
La importancia de la socialización del cachorro es innegable, constituyendo la base para un desarrollo conductual óptimo. Es clave para el desarrollo emocional y conductual del cachorro. Durante las primeras semanas de vida aprende a relacionarse con otros perros, personas y estímulos del entorno, lo que influye directamente en su comportamiento futuro. No tener una socialización adecuada puede provocar falta de autocontrol, frustración y mordidas excesivas. Por ello, una socialización temprana, progresiva y positiva es esencial para un perro equilibrado y seguro. Aprovecha a llevarle en esta etapa a lugares concurridos, que haya ruidos para que aprenda que no ocurre nada y que es algo normal, de este modo no tendrás problemas de miedos al entorno en un futuro.
Redirigir el comportamiento y aprender límites
La técnica más útil para manejar el exceso de mordidas es la técnica de sustitución: es decir ofreceremos a nuestro cachorrín un juguete apropiado en lugar de tu mano, ropa o muebles. Cuando el cachorro se excite demasiado, dale un objeto seguro que sí pueda morder. Esto no solo reduce accidentes, sino que le enseña qué es aceptable y qué no.
Es importante entender que el cachorro no muerde por desobediencia, sino por necesidad: necesita descargar energía, explorar o aliviar la incomodidad de la dentición. Por ello, cuando el nivel de excitación aumenta y la mordida se vuelve más intensa, proporcionarle un objeto seguro que sí pueda morder le permite canalizar ese impulso de forma correcta. Recuerda que morder es un comportamiento natural.
Esta práctica no solo ayuda a prevenir daños y pequeños accidentes, sino que cumple una función educativa clave: el cachorro aprende progresivamente qué comportamientos son aceptables y cuáles no. La constancia es fundamental; cada vez que muerda algo inapropiado, debe recibir la misma respuesta. Ahí debes decirle un «NO» autoritario. No te pongas a darle una charla interminable porque no te va a entender, simplemente dile «NO» es una orden precisa que con constancia aprenderá. Con el tiempo, el cachorro asociará la mordida exclusivamente con sus juguetes y reducirá de manera natural la intensidad y la frecuencia del comportamiento.

¿Cuándo buscar ayuda profesional?
Si te sigues preguntado, ¿por qué mi cachorro muerde tanto? y continúa mostrando una mordida intensa y descontrolada, si aparece frustración, miedo o reactividad, o si ya no se trata solo de juego, es recomendable acudir a un educador canino o veterinario especializado en comportamiento.
