En el silencio del amanecer, cuando la luz empieza a teñir de dorado los campos áridos del interior peninsular, un canto breve y melancólico se eleva entre el matorral bajo. Es el canto de la alondra ricotí (Chersophilus duponti), también conocida como rocín, una de las aves más singulares, misteriosas y amenazadas de España.
Durante siglos, esta especie ha habitado los paisajes esteparios más duros y aparentemente vacíos, pero hoy su futuro pende de un hilo: la alondra ricotí se encuentra en peligro crítico de extinción, víctima de la pérdida del hábitat y de la indiferencia hacia los ecosistemas áridos que la acogen.
Un ave tan discreta como fascinante
La alondra ricotí es una pequeña ave esteparia de plumaje críptico, perfectamente adaptada para confundirse con el color del suelo y el matorral. Su comportamiento es extremadamente discreto: camina más que vuela y rara vez se deja ver.
Su canto, sin embargo, es inconfundible. Un trino melancólico y repetitivo que suele escucharse en las primeras horas del día o al atardecer, cuando el silencio domina el paisaje. Ese sonido, que durante siglos ha acompañado a los pastores y agricultores de las tierras áridas, se está extinguiendo lentamente.
Dónde vive la alondra ricotí
En España, la alondra ricotí se encuentra principalmente en:
- Soria alberga un total de 920 machos reproductores, lo que supone el 29,5 por ciento de los ejemplares censados en territorio español.
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El valle del Ebro (Zaragoza, Soria, Guadalajara).
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El altiplano de Granada y Almería.
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Las estepas manchegas.
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Algunas zonas del sureste peninsular (Murcia y Alicante).
- Soria es la provincia española más importante para la especie en términos numéricos, albergando un total de 920 machos reproductores, lo que supone el 29,5 por ciento de los ejemplares censados en territorio español.
Todos estos territorios comparten un rasgo esencial: son zonas semiáridas con vegetación escasa y suelos pedregosos, un tipo de hábitat que muchas veces se considera “improductivo” y, por tanto, vulnerable a la transformación.
Las causas de un declive alarmante
El declive de la alondra ricotí no es fruto del azar. En apenas tres décadas, sus poblaciones se han desplomado más del 70 %, y las últimas estimaciones hablan de menos de mil machos cantores en toda España. Entre las principales amenazas destacan:
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La pérdida y fragmentación del hábitat, provocada por la expansión de cultivos de regadío, la instalación de parques solares, carreteras y urbanizaciones rurales.
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La intensificación agrícola, que sustituye el mosaico natural por monocultivos y reduce la diversidad vegetal.
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El abandono del pastoreo tradicional, que históricamente mantenía el equilibrio del matorral bajo y favorecía la estructura del hábitat.
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El cambio climático, que agrava la desertificación y altera los ciclos de vegetación y alimento.
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El aislamiento genético entre las pocas poblaciones supervivientes, lo que reduce su capacidad de recuperación.
Si no se toman medidas urgentes podría extinguirse en los próximos 20 años.
Un símbolo de las estepas y de la biodiversidad olvidada
La alondra ricotí no es solo un ave en peligro: es un símbolo de los ecosistemas esteparios, uno de los más frágiles y menos protegidos de Europa. Estas zonas albergan una gran riqueza de especies adaptadas a condiciones extremas —como el sisón, la ganga, el alcaraván o la terrera común— y desempeñan un papel crucial en la regulación ecológica de amplias regiones áridas.
Proteger la alondra ricotí significa preservar un patrimonio natural único, ligado a los paisajes más austeros de la península.
¿Qué se puede hacer para su protección?
Su conservación pasa por un conjunto de medidas urgentes y coordinadas:
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Proteger y restaurar el hábitat estepario, evitando la conversión del suelo y los proyectos de alto impacto en sus áreas críticas.
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Fomentar la gestión agrícola sostenible, promoviendo cultivos de secano compatibles con la fauna.
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Apoyar el pastoreo extensivo, que ayuda a mantener los ecosistemas abiertos y en equilibrio.
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Impulsar programas de cría en cautividad y reintroducción, acompañados de una monitorización científica continua.
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Sensibilizar a la sociedad, para que la conservación de estas aves se entienda como una responsabilidad colectiva.
Escuchar su canto, una última oportunidad
Quizá pronto, en muchos lugares donde antes se escuchaba el trino del rocín, solo quede el silencio. Pero aún estamos a tiempo. Conservar la alondra ricotí es defender la vida que resiste en los márgenes, en los espacios olvidados y esenciales que también forman parte de nuestra identidad natural. Es un deber que tenemos con las futuras generaciones.
Su canto, frágil y solitario, nos recuerda que la belleza también habita en lo discreto, y que cada especie que perdemos nos empobrece un poco más como sociedad.