Ante un fenómeno cada vez más en boga, especialmente en las grandes ciudades, la Real Sociedad Canina de España (RSCE) ofrece una serie de indicaciones para ayudar a socializar lo mejor posible a los perros. Tan importante es la experiencia del paseador como los vínculos de confianza que desarrolla éste con el perro: hay que huir de quien busca la rentabilidad a toda costa.
Una tendencia que lleva tiempo instalada en España y cada vez está más en boga, especialmente en las grandes ciudades: la presencia de paseadores de perros, ataviados de un sinfín de correas con sus correspondientes animales.
La falta de tiempo de los tutores -se considera que los perros tienen que salir al exterior un mínimo de tres veces al día- unida a que cada vez conviven más perros (9,3 millones) en los hogares españoles apunta al auge de este fenómeno, muy visible en Londres, Nueva York o Buenos Aires.
No obstante, la Real Sociedad Canina de España (RSCE), la organización más importante relacionada con los perros fundada hace más de un siglo, advierte de que, lejos de ser un trabajo para el que cualquiera puede estar capacitado, es necesario seguir una serie de indicaciones mínimas para evitar que el animal sufra. Ni vale cualquier paseador ni todos los perros pueden juntarse con otros a la ligera. Aquí van una serie de consejos promovidos por la RSCE para que la elección del profesional sea la más idónea:
- El paseador tiene que amar al perro como si fuera suyo. La misma lógica vale para las personas al cuidado de menores. ¿Dejarías a tus hijos al cuidado de alguien insensible o indiferente hacia los niños? Un perro es un miembro más de la familia, no una mascota o un juguete.
- Examinar el ‘currículum vitae’ del profesional. Una serie de nociones básicas son fundamentales en el paseador: conocimientos de etología canina o de adiestramiento para saber leer situaciones complicadas: en los paseos, como en la vida misma, pueden darse situaciones de estrés. Alguien con experiencia en estas lides podrá afrontar estos momentos con mayores garantías.
- Vínculos necesarios entre el paseador y el animal… Para que el paseo sea lo más satisfactorio posible, se precisa un clima de confianza entre el profesional y el perro. Para ello, es indispensable que pasen algo de tiempo en solitario juntos antes de las caminatas. Al igual que los humanos, los perros poseen distintos temperamentos y pueden ser educados para convivir, como se explica más adelante.
- … y vínculos igual de necesarios con los otros perros. Una vez establecido el contacto directo paseador-animal ¿le juntamos con el resto de ejemplares? En absoluto, esto podría provocar situaciones de pánico, por citar un posible efecto. Hay que pasear primero en pequeños grupos y comprobar si unas razas son compatibles con otras.
- Número limitado de perros. Puede haber quien quiera rentabilizar su negocio paseando a decenas de perros a la vez, para así ganar más dinero. Esto es un sinsentido. Primero, porque las personas tenemos solo dos manos. Segundo, porque cuantos más perros haya, menos probabilidades de adaptación (consejos 3 y 4). A modo de ejemplo, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires solo permite ocho perros por paseador como máximo. Y cuenta con un Registro de Paseadores. Las ciudades españolas deben fijarse en estos modelos en aras del bienestar canino.
- Un temperamento adecuado. La mejora de las razas caninas promovida, entre otras organizaciones, por la RSCE, no solo busca mejorar el bienestar y la salud del animal, sino que también reconoce la importancia del temperamento en los perros. En este sentido, y con independencia de si el perro es de raza o mestizo, es importante tener en cuenta el carácter del can que va a ser ‘paseado’. Un temperamento sociable ayudará mucho.
- La importancia de un criador responsable. La salud y el temperamento adecuados del perro a la hora de dar un paseo va a estar muy condicionada por su educación. Y es aquí donde ejercen un papel fundamental los criadores responsables: dependiendo del lugar y el modo en que el perro haya nacido y se haya criado, los paseos serán más o menos fáciles.
- No forzar a los perros. En función de su carácter y crianza, un perro puede afrontar los paseos de distinta manera. Algunos pueden tener temores iniciales, más o menos remediables. Es conveniente afrontar estas situaciones con sensibilidad, recompensando al animal con cada avance. No hay que forzar al animal a enfrentar sus miedos, ya que solo se volverá más desconfiado.