La crianza de los hurones

La crianza de los hurones

La reproducción de los hurones es notablemente más compleja que en otros mamíferos que habitualmente se tienen como mascotas. Las especiales características de estos animales hacen que sea muy complejo tener animales con capacidad de reproducción (no castrados) como mascotas, debido a su mayor agresividad y a que el olor que desprenden es notablemente mayor en el caso de animales no castrados. Además las especiales características reproductivas de los hurones hacen que frecuentemente se den lesiones durante la copula, o que las hembras enfermen y puedan llegar incluso a morir por patologías asociadas a alteraciones en el ciclo estral. Por estas razones aquel que esté dispuesto a criar hurones ha de pensárselo dos veces.

 

 

Elección de los reproductores

La primera tarea a la que se enfrenta el futuro criador de hurones es conseguir una pareja adecuada para la cría. No es tan fácil como parece.
En primer lugar debería de evitarse la consanguinidad en la medida de lo posible. Cuanto mayor sea el grado de parentesco mayores serán también las posibilidades de la aparición de problemas genéticos como malformaciones en las crías. Tendremos que tratar de obtener un macho y una hembra con el menor grado de parentesco posible. Por supuesto habrá que evitar siempre los cruces entre hermanos o padres / hijos.
En segundo lugar tendremos que ver que variedad de color queremos reproducir. En los hurones, al igual que en chinchillas, visones y otros, hay determinadas variedades de color que en homocigosis resultan letales. Es decir, si cruzamos un macho y una hembra del mismo color puede ocurrir que las camadas se vean notablemente reducidas y que además nunca consigamos un animal con el color de la capa deseado. Si la coloración de nuestras futuras crías no nos interesa demasiado este es un problema menor. No obstante es recomendable informarse siempre a través del criador o tienda donde adquiramos los animales si el cruce entre esas variedades de color es viable. Nadie mejor que ellos deberían conocerlo y con la constante aparición de nuevas variedades es imposible estar al día en lo que a cruces viables se refiere.
Si ya tenemos una pareja, no emparentada y de un color aceptable para el cruce viene la tercera parte. Los animales para la cría deben de tener un desarrollo corporal adecuado, lo ideal sería que hubiesen alcanzado su tamaño adulto. Para las hembras se recomienda que no se intente criar con ellas antes de haber alcanzado al menos los seis meses de edad, y para los machos se recomiendan como mínimo nueve meses, aunque lo ideal será un año.
Por último, si queremos mantener una hembra para criar deberemos de hacerlo obligatoriamente, las hembras que tienen celos pero no llegan a quedar gestantes suelen sufrir graves alteraciones, la más importante de las cuales es una anemia aplásica, que suelen llevarlas a la muerte. Antes de decidirnos a criar debemos tener muy claro donde podemos alojar a los cachorros que vayamos a obtener. Mantener una pareja de hurones no castrados sin criar es cuando menos problemático, y podemos encontrarnos que no sabemos que hacer con los nuevos animales.

 

Macho propio o «prestado»

En la cría de hurones no es extraño recurrir a machos de alquiler para la crianza. Básicamente se le pide prestado (o se paga una pequeña cantidad) un macho reproductor a un criador, aficionado… que disponga de uno. Las ventajas de este método son claras. Puesto que los machos de hurón no contribuyen en absoluto a mantener o criar a la camada, es innecesario tenerlos para sacar adelante a los cachorros. Nos ahorramos de esta manera el alojamiento y manutención de un animal, además de evitarnos no pocos malos olores. Además, puesto que se supone que el animal es un reproductor válido, también nos evitaremos desagradables sorpresas, como que aquel animal que con tanto cariño manteníamos con la esperanza de que fuera el futuro padre de nuestros hurones, resulta no ser apto para la cría.
Este método sin embargo también tiene sus graves inconvenientes. No todos los criadores o aficionados están dispuestos a «prestar» sus animales. El que nos dejen un macho será tanto más difícil cuanto más valioso sea el ejemplar, y se nos pueden exigir por ejemplo certificados de vacunación. Habrá quien no preste sus animales por el grave riesgo sanitario que implica exponerlos a otros ejemplares. Este problema también es válido a la inversa. ¿Quién nos asegura que el animal que vamos a emplear para el cruce cuenta con las suficientes garantías sanitarias? ¿Y si algo va mal y uno de los animales resulta gravemente herido?.
Resumiendo. Sólo deberíamos recurrir a esta opción cuando la persona que preste su macho nos inspire las máximas garantías y tengamos total seguridad con respecto a la salud del animal. Por otro lado es probable que nadie permita que empleemos su hurón si nosotros no ofrecemos garantías similares.
Cualquier animal que vayamos a emplear en la cría debe de estar al tanto de todas sus vacunaciones, y es obligatorio que pase un chequeo veterinario antes de la cría para asegurarnos de que se encuentra en perfecto estado.

 

 

La cópula

Los hurones suelen presentar dos periodos de cría al año, en primavera y en otoño, de todas formas no es extraño que los animales que viven dentro de casa no respeten estos ciclos debido a que los periodos de iluminación por la presencia de luz artificial no se ajustan a lo que debería de ocurrir en esa época del año. Los turones suelen criar únicamente en primavera (marzo / abril).
Se puede saber fácilmente cuando la hembra a entrado en celo. La vulva aparece enrojecida e inflamada, se produce un aumento del olor corporal y las patas posteriores pueden aparecer humedecidas como consecuencia de las descargas vaginales. Así mismo suele ocurrir que la hembra en celo se muestre inapetente.
En el caso de los hurones se recomienda que sea el macho el que es llevado a la jaula de la hembra. El mejor momento para la monta es el décimo día de celo. La cópula puede catalogarse como violenta. El macho muerde a la hembra en la nuca y suele arrastrarla. Este comportamiento es necesario para que la ovulación  se produzca adecuadamente. No es raro que la hembra sufra heridas durante esta experiencia.
Durante la cópula es normal que la hembra luche y emita gritos. Si esta dispuesta para recibir al macho cerrará los ojos y quedará flácida. Si se resiste en exceso, intenta morder con fuerza y libera abundantes secreciones de sus glándulas anales hay que retirar al macho, puesto que la hembra no está preparada y si los mantuviésemos juntos los animales podrían herirse gravemente (en estos casos suele salir perdiendo la futura madre).
Si todo va bien deberemos mantener a ambos progenitores juntos durante un par de días, durante los cuales comerán y beberán del mismo lugar y dormirán juntos. Durante este periodo de tiempo probablemente se aparearán varias veces. Transcurrido este retiraremos al macho. En la naturaleza (turón)  el macho se va y deja toda la responsabilidad de la crianza a la hembra.

 

Gestación

Si todo ha ido bien nuestra hembra habrá quedado gestante. Tras la monta la vulva recuperará su aspecto normal en 24 – 48 horas. Es importante vigilar el tracto reproductor femenino en los días posteriores para observar la presencia de cualquier secreción anormal. Si esto sucediese deberemos de llevar a nuestra hembra al veterinario de inmediato.
Si todo va bien la gestación durará habitualmente 42 días. Una semana o diez días antes de la fecha esperada de parto deberemos proporcionar a nuestra futura mamá un lugar donde instalar su nido. Un barreño o recipiente similar con un trozo de tela suave o una toalla (no demasiado relleno o las crías se perderán) es apropiado.
Aproximadamente una semana antes del parto la hembra perderá algo de pelo, la vagina tomará un color amoratado y se mostrará más voluminosa, las mamas y pezones también aumentarán de volumen. El animal pasará más tiempo durmiendo del habitual. El parto debería resolverse en unas dos horas, aunque los animales primerizos siempre tardan algo más. Si la hembra permanece mas de una hora de parto sin que llegue a nacer ninguna cría o se la observa sin fuerzas o con los ojos vidriosos deberemos de llevarla de inmediato al veterinario. El número de crías oscila entre 6 y 12, y la hembra se ocupa de cortar el cordón umbilical, comerse las placentas y lavar a las crías.
La mayoría de las hembras son capaces de producir leche para sus crías desde el mismo momento del parto. Por desgracia hay animales que no llegan a producirla o en los que la bajada de la leche se retrasa hasta doce o catorce horas tras el parto. En estos casos hay que recurrir a la leche maternizada que deberemos suministrar a biberón. Si es un problema temporal solo será una pequeña molestia, en otro caso es un problema grave. El animal no es válido para la cría y seguramente no seamos capaces de sacar adelante a todos los cachorros, tarea que por otra parte es terriblemente trabajosa.
Otros problemas que pueden darse es que la madre rechace a las crías o las ataque. También habrá que recurrir a la crianza artificial si queremos que los cachorros sobrevivan e igualmente habrá que descartar a la hembra para futuros intentos.

 

 

En el momento del nacimiento las crías miden entre 2,5 y 4 cm, son incapaces de valerse por si mismas (sordas y ciegas) y carecen de pelo. Hay que vigilar a la hembra para ver si cuida a sus cachorros, pero se la debe de dejar lo más tranquila posible y no tocarla ni a ella, ni a los cachorros, ni el nido en las 48 horas posteriores al parto. Pasado este periodo podemos revisar la camada y retirar los animales muertos si es que hay alguno. No hay que limpiar el nido durante las primeras tres semanas. A partir de este momento conviene empezar a manipular a las crías (sin pasarse) para que se acostumbren a los seres humanos y su sociabilidad sea mayor. Cuanto más tiempo se esté en contacto con ellos a partir de su tercera semana de vida mejores mascotas serán. A partir de la quinta o sexta semana abren los ojos, y se les puede empezar a enseñar a alimentarse en un recipiente con leche tibia. Es mejor empezar por los cachorros más desarrollados para que así la leche de la madre se elimine poco a poco. Para convencerles de que ingieran alimentos sólidos hay que suministrarlos primero remojados en la leche hasta que se acostumbren. A partir de las seis semanas es esencial una estrecha interacción con las personas para que la socialización sea buena. En el mismo instante en que sean capaces de beber leche por si mismos pueden separar se de la madre, aunque es recomendable esperar hasta que sean capaces de ingerir alimentos sólidos.

 

Autor: Animalls.net

 

 

Revisado: 22 Agosto 2023 – Publicado: 8 Feb 2014

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