Cómo criar erizos

 

Para comenzar

Si queremos criar erizos, lo primero que vamos a necesitar es una pareja de reproductores aptos. Muchos pensarán que esto es obvio, pero sin embargo, la frase esconde más de lo que parece. Una pareja de reproductores aptos no son simplemente un macho y una hembra. En primer lugar, ha de tratarse de animales que no tengan defectos congénitos. Un animal que ha nacido con un número superior de dedos al normal en la especie, debería descartarse como reproductor, pues muchas de estas malformaciones se trasmiten a la descendencia. El albinismo y algunas otras mutaciones en el color son defectos congénitos, sin embargo la rareza o peculiaridad de estos animales, hace que no sólo se los emplee como reproductores, sino que se busque que trasmitan estos caracteres a su descendencia. Si bien esta selección positiva puede ser admisible en la cría de animales para mascotas, otro tipo de defectos no son susceptibles de recibir dicho tratamiento. Si el animal los tiene, no es apto como reproductor.
En segundo lugar, nuestros futuros padres no han de estar emparentados. Si se cruzan animales emparentados, y cuanto mayor sea el parentesco, se incrementan las posibilidades de que nazcan crías débiles, con malformaciones u otros problemas.
En tercer lugar, nuestros reproductores han de tener una edad adecuada. Una hembra que queda gestante antes de alcanzar un desarrollo adecuado, va a tener graves problemas. La gestación es una prueba muy dura, y un animal demasiado joven va a sufrir secuelas permanentes por una gestación precoz. Su crecimiento se interrumpirá, la osificación de su esqueleto van a quedar gravemente afectada, y cuando llegue el momento del parto seguramente habrá problemas. Las probabilidades de que una hembra excesivamente joven muera en el parto se ven multiplicadas, así como la posibilidad de que rechace o mate a sus crías. En el caso de los machos, el uso de ejemplares excesivamente joven, si bien no tiene repercusiones físicas importantes, conllevará resultados decepcionantes. Su fertilidad será baja, y es probable que no sea capaz de cubrir a las hembras.
La edad recomendable para que un erizo comience a criar es de 5 meses para las hembras y 4 meses y medio a 5 meses para los machos. Una edad demasiado elevada puede ser también un problema en el caso de las hembras de erizo. Las hembras de más de año y medio de edad que nunca hayan criado es más que probable que tengan osificada la sínfisis púbica. Si la sínfisis púbica está osificada será un elemento rígido, y la pelvis no se podrá dilatar para permitir el paso de las crías en el parto, lo que traerá problemas muy graves (probablemente la muerte de las crías y la madre). Así pues, las hembras de más de un año y medio que nunca hayan criado deberían ser rechazadas como posibles reproductores.
En cuarto lugar nuestros futuros reproductores han de ofrecernos ciertas garantías. Es imposible que conozcamos si una pareja de animales son buenos padres y tienen una fertilidad adecuada si nunca han criado, pero sin embargo, si tendremos una valiosa fuente de información en sus propios padres, Debería evitarse utilizar como reproductores los hijos de animales agresivos o con problemas a la hora de criar (fertilidad escasa, rechazo de crías o canibalismo).
A medida que se acercan a la edad de tres y medio a cuatro años, la fertilidad se irá reduciendo. A partir de esta edad es más que probable que las hembras de erizo no sean capaces de quedar gestantes, y en cualquier caso no se las debería permitir ya criar.
Los erizos son animales con una elevada tasa reproductiva, que no obstante no debemos de sobreexplotar. Si obligamos a una hembra a criar demasiadas camadas y / o demasiado seguidas la agotaremos, sus crías nacerán cada vez más débiles o incluso muertas y es más que probable que la hagamos enfermar. Ninguna hembra debe de criar más de tres veces al año, ni más de una vez cada tres meses.

 

A tener en cuenta

Los erizos son unas criaturas maravillosas, y las crías de los erizos, como todos los cachorros de mamíferos son aún más tiernos y entrañables que sus padres. Pero estas criaturas crecen, y son una fuente constante de trabajo y preocupaciones. Antes de que nos decidamos a criar erizos deberíamos valorar si estamos preparados para ello, y no hablamos sólo del aspecto técnico. Un erizo puede llegar a parir 7 (muy excepcionalmente 8) crías, y tenemos que estar dispuestos a proporcionar un hogar adecuado a cada una de ellas. Los gastos que nos puede causar la cría de erizos, especialmente si hay problemas y tenemos que recurrir a un veterinario, son elevados, y hay que hacerse cargo de ellos. Puede llegar incluso el caso de que la hembra muera en el parto.
Antes de embarcarnos en esta empresa es más que recomendable que veamos sus pros y sus contras más allá del aspecto económico. Podemos garantizar que hay muy poca gente (por no decir ninguna) que se haya hecho millonaria criando animales a pequeña escala. Sólo tenemos que pensar: si fuera tan buen negocio, ¿por qué no se dedica todo el mundo a él?

 

El celo y la gestación

 

 

Durante mucho tiempo la manera mediante la cual se las arreglaban los erizos para copular debido a su dorso cubierto de púas estuvo rodeada de un cierto halo de misterio. La hipótesis más aceptada es que las hembras se colocaban panza arriba para permitir que el macho pudiese cubrirlas. Hoy se sabe que esto no es así. Durante la copula el macho persigue a la hembra, la cual lo rechazará repetidamente, no dudando en emplear la violencia si es necesario. Literalmente lo echará a patadas, pero el ardiente don Juan no cejará en su empeño. La hembra se moverá cada vez más lentamente, y las persecuciones terminan en un interminable tiovivo, que puede durar incluso varias horas, con el macho tras la hembra mientras está se mueve en círculos. Finalmente, si la hembra está lista para la cópula cederá. Aplanará las espinas de su dorso, estirará su cuerpo y sus extremidades posteriores y elevará su tercio posterior, permitiendo así la cópula. Si la hembra no está lista, la cosa no irá bien, el rechazo ira a mayores y puede terminar en violentas peleas en los que los animales pueden salir heridos. Hay que estar atentos, si observamos comportamientos excesivamente agresivos, peleas importantes o algún animal resulta herido (lo cual significaría que no hemos estado muy atentos), hay que separar a la pareja de inmediato.

Generalmente macho y hembra/s se alojarán por separado hasta el momento de la monta. En general es preferible trasladar a la hembra al alojamiento del macho, puesto que al ser este su territorio, se mostrará más dispuesto a centrarse en la cópula e ignorar otras distracciones, mientras que la hembra se mostrará más mansa en un entorno que no le es conocido. La cópula en si sólo dura algunos segundos, pero puede repetirse varias veces. Al terminar, se forma un tapón coital que en condiciones naturales impediría que esa hembra fuese fecundada por otro macho. Dicho tapón terminará por ser expulsado por la hembra, y es una señal clara de que la cópula ha tenido lugar. El periodo de celo en las hembras de erizo es de 9 días, con 7 días de descanso entre cada celo. Los celos se repiten a lo largo de todo el año.
Una vez que la cópula ha tenido lugar, el macho ya no tiene ninguna labor que realizar. No participa para nada en la crianza de sus hijos, y lo que es más, su presencia en el momento del parto es una garantía segura de que la madre devorará a sus cachorros (con la inestimable ayuda del macho).
Puesto que el periodo receptivo en las hembras se repite cada 7 días y tiene 9 de duración, cada criador ha desarrollado su propia «agenda». Hay quien mantiene a los animales juntos durante 10 días, otros sólo los mantienen 3 días juntos observando cuidadosamente las respuestas de la hembra. Otro método es mantenerlos 5 días juntos, 4 separados y de nuevo 5 días juntos.
Si estamos seguros de en que momento ha tenido lugar la cópula deberemos apuntarlo cuidadosamente. En otro caso habrá que suponer de manera aproximada cuando se produjo. En las hembras de erizo es muy difícil saber si están o no gestantes, y el conocer el momento aproximado del parto es de gran importancia.

La gestación en el erizo enano tiene una duración de 34 a 37 días como valores más habituales. Sin embargo ha habido partos tan tempranos como tras 33 días de gestación y tan tardíos como tras 42 días. Por norma general los partos en las hembras primerizas suelen alejarse más de la media, y en estos animales todos los cuidados, advertencias y precauciones han de multiplicarse. Como únicos signos de la gestación están el incremento del peso de la hembra, el aumento de su apetito, y para algunos criadores con especial pericia, la palpación de los fetos. La palpación de los fetos es una labor delicada, puede causar daños a la madre y a las crías y hay que estar muy seguro de lo que se hace. Aun si, muchas veces no se consigue nada. Consideramos que el riesgo de realizar mal la operación y causar algún daño es proporcionalmente elevado para la fiabilidad del diagnóstico de gestación que nos da. Nos queda pues el pesar periódicamente a la hembra tras la cópula (a ser posible a la misma hora del día) y comprobar que realmente se produce un incremento continuado en el peso de la hipotética hembra gestante. Ante la duda siempre hay que considerar a toda hembra susceptible de haber sido cubierta o potencialmente gestante (que haya sido cubierta) como gestante. No debemos preocuparnos si nos confundimos. Parece ser que los errores a la hora de determinar la gestación en los erizos no son infrecuentes.
Durante el periodo de gestación nos debemos de preocupar de proporcionar a la hembra una dieta lo más rica posible en vitaminas y minerales (especialmente calcio), y asegurarnos de que todos sus requerimientos nutricionales en lo que se refiere a proteínas, etc. quedan cubiertos. La hembra comerá más, y es recomendable que la alimentación en este periodo sea especialmente cuidada. Nos tenemos que esmerar aún más si cabe. Esto no quiere decir que sobrealimentemos a nuestros erizos, pero si que nos preocupemos de darles el mejor pienso que podamos, y que vigilemos especialmente que su dieta sea equilibrada y que no le falte de nada.
Es imperativo que el manejo de las hembras gestantes sea especialmente cuidadoso. La principal causa de fracaso reproductivo en los erizos es el canibalismo asociado a estrés en la madre. A medida que se acerque el momento del parto deberemos tratar de conseguir que la futura madre esté lo más tranquila posible. No deberemos molestarla innecesariamente, y por supuesto, no deberemos cogerla. Es recomendable incluso que tratemos de coger lo menos posible a una hembra potencialmente gestante, y por supuesto, nunca deberemos coger a una hembra que ya ha entrado en el último tercio de su gestación.

 

El parto

Como ya mencionamos en nuestro anterior artículo, para obtener un cierto éxito en la cría de erizos es indispensable que las hembras dispongan de la mayor tranquilidad posible. Cuando una hembra se siente en peligro, o simplemente se la molesta, no dudará en devorar a sus crías. El canibalismo no es ni más ni menos que un mecanismo desarrollado para reciclar valiosos nutrientes y facilitar una nueva reproducción.
Cinco días antes de la fecha prevista para el parto, debemos colocar la jaula en la que se encuentra nuestra hembra en un lugar lo más tranquilo posible, es así mismo recomendable llevar a cabo una limpieza a fondo y exhaustiva tanto de la jaula como del nido, tratando de estresar lo menos posible a la hembra, para que no haya que repetirlo hasta diez o quince días después. Es indispensable que nuestra futura madre disponga de un nido adecuado con suficiente material de «relleno». Las labores tales como la limpieza y la alimentación deberán de ser llevadas a cabo tratando de causar el menor número posible de molestias a la hembra y con la mayor celeridad posible. NO debemos tocar el nido bajo ningún concepto.
Aproximadamente unas 24 horas antes del parto es probable que la hembra deje de alimentarse. Ya habremos observado que cada vez visita con más frecuencia el nido, acarreando material y preparándolo, pero cuando el momento del parto esté realmente cerca no lo abandonará, y es incluso posible que llegue a taponar la entrada con el material de nidificación. Es importante que la madre disponga de suficiente material para ir rellenando el nido según sus necesidades. Lo mejor sin duda alguna es heno fino y suave. Debemos evitar siempre materiales como algodón, trapos viejos u otros elementos que contengan fibras que puedan enredarse tanto en las patas de los adultos como alrededor de las crías, lesionándolas gravemente o incluso matándolas.
El parto en si suele tener lugar durante la noche, por lo que seguramente nos enteremos del nacimiento de nuestros pequeños erizos cuando los oigamos chillar desde el interior de su confortable nido. Es de una importancia capital observar (sin molestarla) a la hembra cuando el parto está cercano. Si nos damos cuenta de que el tiempo pasa y este no se produce, que la hembra se muestra apática, no se mueve o incluso permanece tumbada fuera de su nido es probable que haya algún problema con el parto, y deberíamos acudir al veterinario.

 

La crianza

 

Sin ánimo de ser reiterativos debemos de decir que para tener éxito en la cría de erizos es necesario que la madre se sienta segura y tranquila, y esto es aún más importante tras el parto. No debemos molestar a la madre ni a las crías durante los 5 – 10 días posteriores al parto bajo ningún concepto.
Nuestra primera labor una vez que hemos verificado el nacimiento de los erizos, es comprobar que la madre se encuentra en perfecto estado, tendremos que tratar de observar posibles anomalías, tales como falta de apetito, inactividad, periodos muy largos de tiempo tumbada, muerte de las crías. Estos signos nos indican que algo va mal, y nuevamente se hace necesaria una visita al veterinario. Puede haber una infección, o alguna cría muerta puede permanecer aún en el útero de la madre… Sabremos que las crías están bien porque las oiremos. Si durante 24 horas no oímos a las crías, deberíamos valorar seriamente la posibilidad de inspeccionar el nido para comprobar si han muerto o la madre las ha devorado. Lo mismo deberíamos hacer si vemos que la madre no permanece dentro del nido nunca o casi nunca. Si inspeccionamos el nido y todo iba bien (repetimos iba), comprobaremos que tras nuestra acción las cosas cambian radicalmente, de ahí que sea tan importante disponer de indicios suficientes de que algo va no es correcto antes de arriesgarnos a una inspección de consecuencias más que posiblemente desastrosas. Si tenemos que inspeccionar el nido, hay que hacerlo cuando la madre este fuera alimentándose, o mejor aún, podemos atraer a la madre al exterior con una golosina, y sacarla de su alojamiento durante un breve periodo mientras inspeccionamos el nido. Esto no se puede hacer con todas las hembras. Algunas se negarán a abandonar su camada, o se pondrán histéricas si se las separa de sus hijos durante el más mínimo periodo de tiempo, mientras que otras parecen tolerar sin ningún problema una breve separación de algunos minutos. Observemos la reacción de la hembra y no dudemos en dar marcha a tras si comprobamos que está muy nerviosa. Nunca deberíamos realizar una inspección del nido (salvo en las emergencias mencionadas) antes del tercer a quinto día postparto.
No debemos tocar BAJO NINGÚN CONCEPTO a las crías entre el momento del parto y los 5 – 10 días posteriores a este.
En unas tres semanas abrirán los ojos, los pequeños erizos comienzan a ingerir alimento sólido con 3 – 4 semanas. Para facilitar el que comiencen a alimentarse por si mismos, se les puede dar comida seca remojada para ablandarla. Con 5 – 7 semanas serán independientes. A partir del momento en el que son independientes es indispensable separar a las crías de la madre (al menos los machos) para evitar gestaciones prematuras.
Durante el periodo de lactación es indispensable que la hembra cuente con una dieta variada y rica. Comerá y beberá más puesto que tiene que producir leche para alimentar a sus pequeños. Debemos proporcionarle tanta comida como quiera y de excepcional calidad, asegurarnos de que siempre dispone de agua fresca y proporcionarle un suplemento de calcio como pueden ser productos derivados de la leche fermentada (queso, yogur…)

¿Cuáles son los principales problemas con los que podemos encontrarnos durante este periodo?.
En primer lugar puede ser que la hembra no abandone el nido para alimentarse. Esto puede suceder en el caso de ejemplares muy protectores que no quieren separarse de sus crías ni por un momento. La solución es fácil, acercar los recipientes de la comida y el agua a la puerta del nido, para que la hembra tenga que alejarse lo menos posible y durante el menor periodo de tiempo de sus cachorros.
El segundo problema al que podemos enfrentarnos es que alguna de las crías ruede fuera del nido. Sabremos que ha sucedido esto porque el pequeño erizo no estará muy lejos de la entrada. Lo que tenemos que hacer es, usando una cuchara sopera limpia, empujar de nuevo o trasladar a la cría hasta el nido. Si observamos que esto sucede, puede ser recomendable acumular el substrato de la jaula contra la puerta del nido para hacer un pequeño tope o escalón y evitar que se repita.
Por último puede suceder que la madre rechace a alguna de sus crías. Sabremos que esto a sucedido por que nos encontraremos con un pequeño erizo abandonado lejos del nido. Nuevamente hay que colocar a la cría en el nido con ayuda de una cuchara. Si la madre sigue arrojándola fuera del refugio, y no consigue alimentarse la suficiente, morirá salvo que lo criemos artificialmente.
Una hembra de erizo nunca (o casi nunca) abandona a toda su camada, antes la devorará.
Una vez pasado el periodo crítico de los primeros 5 – 10 días, podemos empezar a manipular a las crías. El que pueda hacerse antes o después depende de las reacciones de la hembra. Habrá ejemplares que no permitirán que se toque a sus crías hasta que no hayan pasado 10 u 11 días, mientras que otros aceptarán sin problemas el contacto a los cinco días. Si la hembra se muestra excesivamente nerviosa, es mejor que lo dejemos para un poco más adelante. Una vez que empecemos a manipular a las crías el método de la cuchara será innecesario, pues su única finalidad es evitar que las crías queden impregnadas con nuestro olor y sean rechazadas por la madre, y una vez que las estemos tocando, ya tendrán nuestro olor. Por supuesto, si a las dos horas de manipular por primera vez a una de las crías aparece fuera del nido, deberíamos detener el proceso con el resto de animales hasta más adelante, y tratar al ejemplar con el método de la cuchara para devolverle al nido. La primera vez que entremos en contacto con las crías deberíamos manipular únicamente a un ejemplar, si la madre lo rechaza, tendremos un problema, y no siete, que será lo que pasará si sobamos a toda la camada.
Con ocho semanas de vida habrá que separar a las crías de la madre.

 

Crianza artificial

La crianza artificial (a mano) de erizos es una labor que no deberíamos desearle ni a nuestro peor enemigo, por tanto siempre hay que hacer todo lo posible para que la madre vuelva a aceptar a la cría. Debemos devolver a la cría al nido empleando una cuchara. El restregarla suavemente contra la cama del nido facilitará que los olores extraños desaparezcan y la cría sea aceptada. Si su madre la rechaza y tenemos la suerte de que otra hembra se encuentre en un momento de la lactación similar a la primera, podemos tratar de conseguir que la segunda hembra la adopte usando el mismo método (cuchara y frotar contra el material del nido).
Deberíamos esforzarnos al máximo por lograr que la madre acepte a la cría de nuevo, puesto que la crianza artificial, a parte de ardua, es muy compleja, y suele terminar en tragedia.
Para la cría artificial de erizos tenemos que emplear un sustitutivo de su propia leche. Lo más parecido es la leche de oveja, y esta es sin duda la mejor opción. Como no es fácil de encontrar, la otra opción es el empleo de leche artificial para perros o gatos que puede encontrarse en tiendas y clínicas de mascotas. La leche de oveja tiende a causar irritación del ano en las crías, por lo que a partir de la tercera semana es recomendable añadir plátano machacado como fuente de fibra. El alimento se suministrará a una temperatura adecuada (que no queme al echarnos una gota en el dorso de la mano), y lo más útil es emplear una jeringa. Habrá que alimentar a los pequeños erizos cada dos horas de día y de noche la primera semana, cada tres horas la segunda y tercera semanas, cada 4 horas la cuarta, y a partir de este momento, en el que es probable que los pequeños erizos ya empiecen a comer por si mismo podremos reducir a 5 tomas diarios con un descanso nocturno de siete horas. La 5ª semana podremos bajar hasta 3 ó 4 tomas al día, con un descanso nocturno de 8 horas, y la sexta semana las crías deberían ser capaces de alimentarse por si mismas (como mucho dar dos o tres tomas de apoyo, a partir de la séptima semana que se apañen por si mismas). Durante las primeras semanas de vida, las crías de erizo son incapaces de defecar u orinar por si mismas, y su intestino llegará a reventar si no reciben el estímulo adecuado, que no es otro que qué la madre les lama el vientre y la zona del ano. Nosotros podemos simularlo con un pequeño trozo de algodón humedecido con agua templada que pasaremos por la región ventral hasta el ano dando un suave masaje después de la comida hasta que los animales defequen u orinen.

 

Revisado 26 Agosto 2023 – Publicado 9 Sep 2014 

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