En lo que va de año la Unión Europea ha registrado un récord histórico de 660.000 hectáreas quemadas de las cuales, con España a la cabeza con 245.061 hectáreas quemadas.
Los incendios forestales se han vuelto cada vez más comunes en todo el mundo, debido fundamentalmente a las olas de calor, es decir altas temperaturas, viento, escasas precipitaciones suman el cocktail perfecto para que el monte arda. Cuándo esto sucede no solo mueren (en su gran mayoría) árboles y otras especies de vegetación. El fuego arrasa con todo lo que tiene a su alrededor arrastrando miles de especies en su camino. Los animales asustados mueren quemados o por intoxicación al inhalar humo, eso sin contar a los héroes que luchan contra él y se quedan atrapados entre sus garras. Cada vez que se quema un monte se nos quema la misma vida. El mayor riesgos de incendios se da entre el 1 de junio y el 1 de noviembre, y entre esta temporada los fines de semana de julio y agosto, siendo sobre todo al mediodía y al atardecer cuando cualquier pequeña chispa puede causar un desastre.
Es importante educar para que los incendios forestales solamente se produzcan por la propia naturaleza (ej. rayos) y por causas ajenas a la voluntad de la humanidad. Por nuestro bien es necesario que se implementen las medidas preventivas por ejemplo con cortafuegos. Otro factor importante a tener en cuenta es el abandono del campo y con ello las tareas rurales. Algo tan sencillo como pastar con cabras, ovejas o vacas puede hacer mucho bien, ya que estos animales se comen el pasto que puede dar lugar a la propagación del incendio en sí.
Autora: Antonia Villalba
